La música y vivencias personales

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En muchas ocasiones, escuchar una música, o una canción, e inmediatamente evocar un encuentro, un paisaje, una persona, nos hace volver a vivir esa vivencia con una nitidez tan intensa que nos retrotrae a esa determinada situación con su alegría o tristeza correspondiente. En un instante recuperamos vívidamente todo el entorno. Incluso puede suceder en sentido contrario. Una persona o un monumento nos trae una canción. Aunque son experiencias personales a veces coinciden de forma grupal. Así, mi generación podría vincular su juventud a Los Beatles. La generación de nuestros padres, tal vez la copla o un bolero, y las nuevas generaciones de jóvenes, ¿quizás el rap o el “reggaetón”? Cada generación suele preferir como signo de rebeldía las músicas más dispares de lo anterior. Esto muestra una vez más la inteligencia de nuestro cerebro capaz de conectar neuronas dedicadas a la música y aquellas otras encargadas de las vivencias de cualquier tipo y dejar impresa la conexión, aunque dormida, para que aunque pase mucho tiempo funcionen cuando se les dispara con el fogonazo de unas notas musicales. De entre los miles de millones de dichas células sabe cómo elegir el camino en segundos. ¡Eso sí es una maravilla!

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