La mujer del César

    13 may 2024 / 10:33 H.
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    El disfrute o el servicio de los cargos públicos debe tener un compromiso de honestidad, sobriedad, honradez y ejemplaridad. Todo ello para merecer el honor que conlleva la representación pública. Puede haber conductas que siendo legales o lícitas chirríen lo ético y lo estético. Yo creo que todos debemos estar de acuerdo en que el cónyuge de un/a presidente/a del Gobierno deben tener un estatus especial a la hora de ejercer su profesión o sus negocios. Y también los esposos, parejas o esposas de los ministros/as. Ante los vacíos normativos no podemos mirar para otro lado. Ni decir: que la ley no lo prohíbe. Hay que guardar las formas. Tenemos experiencias de gobierno desde el mundo romano en el que las apariencias tenían su importancia, vigentes hasta hoy (lo que llamamos signos externos de riqueza o solvencia). Evitemos las puertas giratorias, la contratación de un hijo por una empresa, y que al año siguiente a esa empresa le lluevan los millones públicos. Eso es intolerable, aunque sea legal. Venimos de una herencia moral: la ética y la moral cristiana son la base de Europa. No podemos aceptar estas cuestiones.



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