La muerte no es una fiesta

    02 nov 2022 / 15:23 H.
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    Aborto y eutanasia no pueden ser el progreso, son el intento equivocado de atribuir supuestos derechos a alguien sobre la vida de otro. La sociedad en crisis abjura de principios inmanentes como “no matar” en aras de un absurdo individualismo excluyente; por ahí se empieza. Estos días vivimos el olvido a la conmemoración de Todos los Santos y Fieles Difuntos, que desde el siglo IV celebra la Iglesia para honrar a quienes gozan de la Gloria Eterna y orar por los que esperan en el purgatorio; la familia se reúne en el hogar para recordarlos y rezar por ellos. Esta pía y arraigada tradición de esperanza y vida está siendo sustituida por el culto a la muerte que aplica la ¿moda impuesta? De “Halloween”; un invento sajón de origen gaélico, pagano, que olvida la trascendencia y muta lo religioso en aquelarre de brujas, calabazas, esqueletos, elfos y mucha sangre por decoración; niños disfrazados pululan las calles con “truco o trato” sin saber qué dicen. Escuelas y negocios lo fomentan como algo inocuo; mientras la Iglesia calla. La muerte no hace fiesta, es un paso; la meta es otra; es lamentable y penosa la estupidez colectiva de mirar la punta del dedo índice y no el cielo que señala.

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