La mala hierba

    03 feb 2025 / 08:58 H.
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    Viene de muy atrás en el tiempo la eterna batalla entre autoritarismo y pensamiento político. Hay brutales y tristes páginas en los libros de historia que son ejemplo vivo y nos recuerdan cómo suelen acabar estas contiendas. Por un lado, el despotismo, la avaricia y el abuso de poder y, al otro lado, la política entendida como el poder de tomar decisiones en grupo para optimizar la gestión y distribución de recursos en base a unas leyes de convivencia entre individuos libres y partícipes de su gobernanza. Es la interminable lucha que nada tiene que ver con el bien o el mal, sino con el humano y la jungla en que se ha convertido este mundo. Con más o menos viento a favor la democracia, reconocida como mejor opción política y referente para el gobierno de los Estados, fue ganando terreno tras la derrota de los nazis y fascistas en Europa. Y, aunque a España nos llegó cuatro décadas de dictadura después, es ahora, con casi medio siglo en democracia, que regresan, con más peligro que nunca y por todas partes, antiguas consignas de febriles delirios violentos. La antipolítica es el germen de todos esos partidos que, sin respetar la democracia, pueden presentarse a elecciones.

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