La Lola china

    10 may 2023 / 09:00 H.
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    Lola, la modista, venía a casa cada cierto tiempo: a remendar sábanas, coser calcetines, alargar cortinas y cosernos algún vestido de temporada. Antes, mi madre compraba telas, hilos, disponía la máquina Singer... Discutíamos con las dos el modelo que nos gustaba, que casi nunca coincidía con lo que ellas habían pensado. Luego el vestido pasaba de manos, de mayores a menores, a primas, hasta que al final lo hacían trapos para el polvo. Ahora, Lola la tenemos en China con miles de ayudantes que producen telas, diseñan, cosen y envían a todo el mundo. No podemos discutir modelos, colores, texturas, tallas. La única opción es elegir algo que se adapte algo a nuestras expectativas. Pero tenemos tantas opciones que por un vestido hecho por Lola, podemos comprar varios. Y, como hay tantos, nadie quiere heredar modelos chinos que, por otra parte, se deterioran rápido. El resultado es: armarios a tope, contenedores, almacenes hasta arriba de ropa abandonada y, en el mejor de los casos, oenegés que ya no dan abasto. Mientras que se buscan soluciones para deshacernos de los excedentes plásticos, gases y otros productos que nos están destrozando el planeta, nadie parece apercibirse del problema que entre todos hemos creado ¿Lo habrán abordado los dirigentes europeos con Xi Jinping en su última visita?

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