La ley del talión

    30 nov 2024 / 09:36 H.
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    Hay quien dijo que la vida es un festín de sapos, porque no hay día que no te tengas que comer uno. Los políticos en ejercicio saben de lo que les hablo. En mi caso el sapo me lo tomo justamente a la hora de la comida con el telediario emitiéndose.

    El sapo de lo que Israel está haciendo con los palestinos se atraganta desde el mismo comienzo de esta dramática historia. Es el código de Hammurabi, la ley del talión del ojo por ojo y diente por diente, la que se está aplicando aquí sin piedad. ¿Y la ONU qué hace, sirve para algo la ONU? ¿Quién respeta sus resoluciones? ¿Quién las hace cumplir? ¡Las guerras son el negocio de quien vende las armas! ¡Y los mayores vendedores de armas controlan la ONU!

    No nos queda otra alternativa que elegir entre justicia o venganza, resucitando el talión.

    La justicia y la venganza son conceptos que a menudo se confunden, pero tienen significados y propósitos muy diferentes, como es evidente.

    La justicia se refiere a la idea de dar a cada uno lo que le corresponde, basándose en principios de equidad y moralidad. Implica un proceso legal y ético donde se busca restaurar el orden y reparar el daño de manera imparcial. La justicia busca el bienestar de la sociedad y la reconciliación, promoviendo la paz y la armonía.

    La venganza, por su lado, es una respuesta emocional que busca castigar a alguien por un agravio o daño sufrido. A menudo se basa en el deseo de retribución personal y puede llevar a un ciclo de violencia y resentimiento. La venganza tiende a ser impulsiva y no considera el contexto o las consecuencias a largo plazo.

    En resumidas cuentas, mientras que la justicia busca resolver conflictos de manera constructiva y equitativa, la venganza se centra en el deseo de infligir daño como respuesta a un agravio. Es importante reflexionar sobre estas diferencias, ya que optar por la justicia puede conducir a una resolución más positiva y duradera de los conflictos.

    La justicia también se basa en principios legales y éticos que buscan proteger los derechos de todos los individuos. En un sistema justo, se considera la perspectiva de todas las partes involucradas y se busca un resultado que beneficie a la comunidad en su conjunto. Esto puede incluir la mediación, el diálogo y la reconciliación, en lugar de simplemente castigar

    La venganza, en cambio, a menudo surge de emociones intensas como el dolor, la ira o la traición. Cuando alguien siente que ha sido agraviado, puede sentir la necesidad de “ajustar cuentas” de manera personal. Sin embargo, la venganza rara vez proporciona una verdadera satisfacción o cierre. En muchos casos, puede perpetuar un ciclo de violencia y resentimiento, ya que la persona que busca venganza puede convertirse en un nuevo agresor.

    Resumiendo, la justicia requiere de equidad: asegurar que todos reciban un trato justo, sin favoritismos ni discriminaciones; restitución: compensar a las víctimas y restaurar el daño causado; prevención: disuadir futuros delitos mediante la aplicación de la ley;

    rehabilitación: promover la reintegración de los delincuentes a la sociedad.

    Los sistemas judiciales en diversas sociedades están diseñados para representar estos ideales, aunque en la práctica, pueden verse influenciados por factores sociales, económicos y políticos.

    Mientras que la venganza es una respuesta emocional y personal. Sus características incluyen:

    Emocionalidad: la venganza está motivada por sentimientos de ira, dolor o humillación, lo que puede nublar el juicio.

    Ciclo de violencia: la venganza puede perpetuar un ciclo de daño, generando más conflictos y resentimientos.

    En definitiva, la justicia y la venganza pueden ser respuestas a una transgresión, pero mientras la justicia busca restablecer el equilibrio con una intención de paz y equidad, la venganza es una respuesta impulsiva y destructiva que, a menudo, termina generando más conflictos y sufrimiento.

    Tras cada palestino muerto surgirán desde el odio diez más. Ojo por ojo... hasta que todos nos quedemos tuertos.

    Diario JAÉN


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