La ley Celaá

    30 nov 2020 / 16:46 H.
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    La ley Celaá es la ley Wert al revés, como ejemplifica la historieta que convierte la agudeza en ocurrencia: se trata de un hombre muy susceptible y va otro y le dice: “¡Oye tú!”. Y le responde: “¡Pues anda que tú...!”. La ley Celaá, como antes la del ministro de dicho apellido, es un micrófono roto, que no funciona ni en el iPhone, ni en el PC: oraciones coordinadas y subordinadas, sin saber si su transfuguismo lo instiga la Lomloe o la Lomce. La ley Celaá es leer la historia de la vida del buscón, llamado don Pablo: ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños mirando al infinito, sin saber si el mar es el poniente contra la noche, un fonema que naufraga, la voz de las olas cuando están calladas o la expresión de una sonrisa, fingida en su desnudez. ¿Percibe, doña Isabel, que la lengua española es un tesoro cultural, cuyo destino va más allá de la literatura universal? Vuelva usted mañana, por Mariano José de Larra: el periodismo que el tiempo hace perpetuo. En Ibiza ya han perseguido a algún profesor por hablar en español. ¿Hay lágrimas en sus ojos, señora ministra, mientras Terpandro toca la cítara? Maradona hablaba la lengua de Borges en la eternidad que persiste.

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