La letrina

29 jun 2021 / 16:12 H.
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En ocasiones te cruzas con ecos del ruido callejero. Expresiones desesperadas de quien desea ser escuchada en un contexto donde el valor de su mensaje, más que efímero es instantáneo. Desaparece en segundos. La búsqueda de medios para que perviva es una necesidad básica para que su punto de vista sea considerado, al menos en igualdad al de los demás. Este es el valor en el que nos han dicho que se fundamenta la democracia construida por una ciudadanía con derecho a expresarse. La dinámica de saturar con mensajes instantáneos no es más que un procedimiento para acallar a quien desea ser escuchado. El cartel decía: “¡Esto no es una letrina! Un poco de educación”. No creo que sea necesario analizar su significado. Muestra el hartazgo de la persona cansada de que su espacio se use para depositar excrementos. Si nuestra democracia esta garantizada por la Constitución del 78 como aval de nuestros derechos, se hace difícil entender que, en una democracia como la nuestra clasificada por el “Índice mundial de países democráticos” en 2020 con una puntuación de 8,12 situándonos en el puesto 22 de la lista, que haya personas que se planteen que la política es solo de unos pocos, o manifestar que se han de crear listas de personas por expresar sus opiniones. Podría ser esta una de las razones por la que nuestro puesto a nivel mundial está a 0,13 puntos de que nos clasifiquen de democracia débil, o quizás se deba a como las personas elegidas para contribuir a gestionar y controlar lo público en lo local, con argumentos tardíos, tratan de cambiar sus posiciones por intereses personales o de partido; rompiendo la lealtad debida a los acuerdos del consenso en una democracia que usa la concertación para garantizar la expresión de los distintos puntos de vista y a quienes les votaron. Si algo es una democracia es un medio para decidir que deseamos decidir, no votar cada cierto tiempo, se confunde y hay que quiere sacar rédito de entender que el método para decidir es la decisión. La política no es de los políticos electos, la política la desarrolla la ciudadanía cada vez que se expresa a acerca de lo público, de lo que somos, de lo que queremos ser. El voto es solo una expresión más. Si no, ¿qué sentido tiene que haya participación social a través de asociaciones o fundaciones, sindicatos y patronales? ¿Es que esto no es construir democracia? ¿No es una expresión de la ciudadanía? ¿Quién determina qué asociación de personas, como pueden ser los partidos políticos o las fundaciones que reflexionan sobre política, tienen la exclusividad para decir lo que queremos ser? Ser demócrata es asumir el respeto a la diversidad. El respeto y la tolerancia es el método para reconocer los mismos derechos a la otra persona, escuchar y asegurar el derecho a expresarse. El dialogo es la esencia de la democracia. Todo lo demás es intolerancia y fanatismo emocional excluyente. No se puede linchar a nadie por expresar opiniones, sea en las redes o por otros medios, disentir desde el respeto no es un problema es una riqueza para avanzar. El periodista y escritor Amos Oz afirmaba de los fanáticos que: “...creo que quieren salvar nuestras almas, quieren liberarnos de nuestros aciagos valores: del materialismo, del pluralismo, de la democracia, de la libertad de opinión, de la liberación femenina...” Resumiendo, ¡Esto no es una letrina! Un poco de educación.

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