La Juana es fascista

En la película La Vaquilla de Berlanga, un soldado republicano infiltrado en su propio pueblo, en zona nacional, y despechado por la infidelidad de su novia con un alférez del bando sublevado, escribe en la fachada de su suegra “la Juana es fascista”. Los de su grupo le increpan: ¿qué quieres, que le den una medalla? Esa escena de reivindicación de lo obvio me viene a la mente cuando leo que el Gobierno andaluz recorta 55 millones al presupuesto de salud pública para pagar los contratos a dedo con clínicas privadas. Y como mi mecanismo mental parece unir sutilmente aspectos en apariencia separados, recuerdo otros dos asuntos. Uno, que el principal motivo de bancarrota de las economías familiares de USA son las facturas médicas. Y dos, una frase que ya en 2004 dijo el vicepresidente y consejero delegado del Santander, durante un almuerzo organizado por el Club Financiero en Bilbao: “Es imprescindible desmontar el Welfare (Estado del bienestar) europeo”, una tarea para la que, según él, no teníamos demasiado tiempo. Han pasado dos décadas desde aquella amenaza y ese señor, pese a tener antecedentes penales, cobra una jubilación de 88.174.000 euros anuales. Debieron darle una medalla.