Intimidad expuesta

    09 jun 2019 / 11:38 H.

    La creación de internet nos concedió la oportunidad de vivir con mayor autonomía, aprender de forma autodidacta y elegir entre múltiples formas de comunicación. El exceso de información, sin embargo, ha consumido progresivamente su único recurso: nuestra atención. No sabemos dónde depositar nuestro interés, y nos perdemos, más que encontrarnos, en la red de internet. Llegados a este punto, vendemos nuestros datos, nuestra intimidad, a cualquier postor. No existe una forma totalmente segura de usar las redes sociales, ya lo comprobamos cuando Zuckerberg, creador de Facebook, declaró ante el Congreso de los EE. UU. con motivo del uso ilícito de los datos de sus usuarios. Conservar la intimidad es conservar el poder en muchas facetas de nuestra vida. La forma en la que nos expresamos o las relaciones que entablamos forman parte de nuestra libertad. Es por ello que, exponiéndonos, nos volvemos vulnerables y nos refugiamos en personas que opinan del mismo modo, es decir, sesgos de confirmación que nos alejan de la realidad. Quizá la única forma de conservar nuestra intimidad sea pensar qué es lo que realmente queremos antes de buscarlo.