La honorable mafia
Sus miembros se denominaban a sí mismos mafiosos o sea, “hombres de honor”, y en su Código de Honor está como una de sus principales exigencias la “omertá” o ley del silencio.
Las raíces de la mafia, según algunos historiadores, se encuentran en el Imperio Romano al no existir restricciones para la ley del más fuerte y sólo el clientelismo (igual que sucede hoy) permitía sobrevivir o lograr algo a los débiles, pobres o pequeños. El Imperio estaba dominado por clanes y todos ellos por la protección de un jefe más fuerte.
En el siglo XIX surgió la figura del gabellotti o recolector de impuestos que administraba las propiedades de los aristócratas a cambio de un porcentaje de las cosechas obtenidas. Con el tiempo llegaron a ser los expertos en prácticas de extorsión o especulación.
El término mafia se ha generalizado y, en la actualidad, se emplea para denominar a grupos dedicados al crimen organizado o a otras actividades sospechosas recibiendo diferentes nombres en los distintos países y lugares donde se realizan. Así ocurre con la Mafia rusa, la triada china, la yakuza japonesa, la cosa nostra o la camorra.
Creo que, entre otros, han sido los Pujol los que teniendo relaciones de parentesco han caido en la cuenta de que la palabra familia tenía todas las letras de mafia. Quizás por esto decidieron convertir las actuaciones mafiosas en “honorables”. A ello se aplicó, no sólo el cabeza de familia, sino, además, la cónyuge y el resto de vástagos y no me extrañaría que hasta los animales domésticos, perros y gatos, que alberguen en su hogar, sean especialistas en el 3% que deberían cobrar a sus congéneres catalanes en un nuevo impuesto que crearían para así seguir incrementando un patrimonio que llegase hasta la eternidad. ¡Dios!, y todo un pueblo engañado y casi al borde de iniciar una nueva contienda con el resto del país defendiendo un sistema de gobierno totalmente corrompido que lo único que pretende es perpetuarse en el tiempo manteniendo esperpentos, mamarrachos, adefesios que están próximos a parecerse a ese personaje (Rompetechos) ideado por el genial Ibañez.
Es patético contemplar como una Constitución tan alabada en su tiempo y considerada como ejemplar ha demostrado que sus deficiencias y lagunas han hecho posible la situación actual por una clase política a la que se le atribuyó una visión de futuro totalmente infundada y mal gestionada que de lo que se ocupó fue de hacerse con el poder y de hacer prevalecer los intereses personales y de partido aún cuando comportarse, como así ha sido, un irreparable daño cuestionándose la justicia, la igualdad, libertad y solidaridad entre “los hombres y las tierras de España”.
Su vulnerabilidad la ha puesto de manifiesto “el enano de las Ramblas” al aprovecharse para transformarse junto a su familia en “gigantes de la corrupción”. Pero aún hay más, pues el gran sicario de esta familia, honorable como ellos, realiza una política actual que se basa en la filosofía de Samuel Fielden (1847-1922): “... Sobre las ruinas de la corrupción se levantará la esplendorosa mañana del mundo emancipado...”