La historia invisible
Los historiadores destacan los hitos más notorios de cada nación: batallas, conquistas, héroes, tratados de reyes; monumentos, catedrales, castillos... Pero deberíamos preguntarnos... ¿Es esa la esencia de nuestra historia? Miguel de Unamuno, en su concepto de intrahistoria, nos señala que los que realmente conforman la auténtica realidad histórica son los olvidados, los hombres y mujeres del pueblo llano. Nuestros antepasados, fueron los que hicieron con sus manos las catedrales y ganaron batallas. Sus vidas y trabajos forman la verdadera historia. La historia oficial, la de grandes personajes y hechos, que se registra en libros y documentos es como la vela encendida sobre una tarta, que surge del enorme pastel para llamar la atención y una vez apagada se retira por inútil y se come lo esencial, el cremoso bizcocho. Rectifiquemos este olvido, volvamos los ojos hacia nuestros esenciales padres y mirémoslos con la admiración y respeto que merecen por habernos dado la vida y por haber sabido construir el mundo en que vivimos.