La escuela que viene

    17 jun 2020 / 18:12 H.
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    En la absoluta incertidumbre en la que vivimos, donde lo que hoy se dice puede que no valga ni para mañana, se hace difícil vislumbrar la realidad escolar para dentro de unos meses. Si algo podría traer de bueno la crisis del coronavirus en el sector educativo se lo está empezando a llevar este junio ventoso. Me refiero al anuncio de la ministra Celaá de rebajar la ratio por razones de prevención. Ya nos gustaría que fuera por firme propósito de mejorar la escuela, poner coto al fracaso escolar y atender las diferentes individualidades, pues la convicción de que eso sucedería reduciendo la proporción alumnado-docente está en la mente de cualquier persona cercana a la educación. En pocas semanas la ministra se ha ido desdiciendo: donde había dicho quince alumnos compaginando clases presenciales y online, y una distancia mínima de dos metros, ha pasado por veinte alumnos por aula, y ya está en la ratio que fija la ley y un metro y medio de separación. De nuevo es la economía la que marca la pauta. Así se lo han hecho ver los consejeros de educación de las comunidades. Porque con lo que el Ministerio de Educación ofrece no hay ni para cubrir la mitad de la contratación del profesorado que se requeriría. Cuando todas estas disposiciones desciendan a la realidad de la briega diaria, en centros con unidades que sobrepasan la ratio marcada por ley, con aulas que no dan para ese distanciamiento, se quedarán en agua de borrajas. Es decir, que estamos como estábamos. No. Peor. Porque a ver cómo se conjuga la distancia con ese alumnado inquieto de Infantil o Primaria, que necesita de esa movilidad, o incluso de cursos superiores en los que la interacción con los iguales es básica para un completo aprendizaje. ¿Dónde quedará el trabajo en grupo? ¿Volveremos a las clases de pupitres anclados al suelo y vista del cogote del de delante? ¿Llenaremos de estatuas los recreos? Y todo ello con la espada de Damocles del posible rebrote, con las mascarillas que empañan las gafas y entorpecen lo que de visual tiene la comunicación. Escalofríos dan solo de ponerse en la piel del docente al frente de una unidad. Paciencia y suerte.

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