La diversidad no me asusta

    13 dic 2019 / 08:26 H.
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    Gente, personas, miles de ellas reunidas en las calles más turísticas de Madrid. Eso es lo que me he encontrado en el par de días que he pasado en la capital. Gente frenética que parece llegar tarde a la vida. Gente más calmada, sobre todo familias con niños que deambulan de aquí para allá, fijando su vista en los escaparates, pero siempre vigilantes para no perder de vista a sus hijos. Idiomas que se mezclan en una amalgama de sonidos que conforma la banda sonora de la ciudad. He ido sola, eso me ha permitido actuar como una observadora, cual viajera de otro planeta que contempla con curiosidad todo lo que la rodea: las luces, los puestos navideños de la Plaza Mayor, el famoso bocadillo de calamares que confieso también degusté, el saturado Mercado de San Miguel, los globos que escapan hasta el cielo azul invernal, quizás tratando de huir de esa masa humana que lo domina todo. Me gustan las ciudades por lo que tienen de diverso, por esos rostros desconocidos que te vas encontrando a cada paso, por la mezcla de razas y culturas que se aprecia en las ropas, en la piel, en el idioma, en los negocios. Y es que la diversidad no me asusta, por mucho que intenten meterme el miedo en el cuerpo.

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