La Cultura cuenta

07 ago 2024 / 09:35 H.
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Claro que sí, que la Cultura cuenta. Se pasa, la pobre, montones de horas contando, y por muchas vueltas que le dé, a la Cultura no le salen las cuentas. Y aunque no le gusta recurrir a ese tipo de cosas, finalmente no le queda más remedio que llamar a los políticos para tratar de concertar una cita con ellos —en tiempo de elecciones la suelen invitar a un montón de actos, y casi siempre la convencen para que firme manifiestos de apoyo a tal o cual candidatura, aunque luego a la hora de la verdad apenas aparezca mencionada en los programas electorales—, pero últimamente casi siempre están reunidos. Y cuando finalmente ceden y le conceden audiencia, la Cultura acude con sus mejores galas, tratando de recrear los brillos de antaño. Y es recibida por las autoridades y jerarquías que la colman de halagos y aplauden sus logros. Y ella, agradecida, tras tomar asiento en una cómoda y flamante butaca de lujoso despacho de diseño minimalista, les dice a sus anfitriones que necesita ayuda, porque sus asientos contables son incapaces de sostenerla. Y las autoridades argumentan que las cuentas públicas no están para cuentos, que los déficits amenazan con descargar su furia contra nuestra frágil economía.

Aunque se ofrecen a organizar un bonito homenaje mediante el cual se pongan en valor los méritos de la insigne Cultura. Dicho acto no tendrá dotación económica, pero se le hará entrega de una condecoración con un valor simbólico incalculable. Y la Cultura, que se da cuenta de todo, les dice que la próxima vez que le reclamen los impuestos impagados y la seguridad social adeudada y cuando lleguen nuevas multas y tasas, las pagará con medallas de valor incalculable, porque atesora una colección entera de chatarra de hojalata, pillando polvo en el salón, que por fin va a servir para saldar las deudas con la administración. Y se marcha dando un portazo y vuelve a sus cuentas, ella es de letras pero no ha tenido más remedio que hacer un cursillo acelerado de contabilidad, pero por muchas vueltas que les da a los números, las cuentas no cuadran. Y ya no sabe de dónde va a recortar.

La Cultura, cuenta con un gran patrimonio, dado que es la depositaria de una herencia valiosísima que las distintas generaciones le han ido aportando. Pero ella no es solo historia, también es presente y futuro. Nos cuenta lo que nos pasa y analiza quienes somos y narra cuales son nuestros conflictos y nuestros delirios. La Cultura cuenta en todos los sentidos. Aunque a veces no cuenta con el respaldo necesario para llevar a cabo su extraordinaria labor. Ella se esfuerza por seguir adelante, a pesar de las cuentas y de los cuentos de algunos que la acusan de ser una subvencionada y de vivir a cuerpo de rey a costa de los contribuyentes. Si ella les contara las apreturas y fatigas que pasa, y que la obligan a trabajar en otros sectores, como la industria del entretenimiento y del ocio, tal vez cambiarían de opinión.

A pesar de todo, la Cultura siempre cuenta, al menos para una minoría que necesita que les cuenten historias fascinantes e innovadoras. Y, aunque no le cuadren las cuentas, ella seguirá luchando y reivindicando como ha hecho siempre. Porque no hay que olvidar que la Cultura, desde el principio de los tiempos, ha inspirado una parte importante de las conquistas y todos los logros con los
que nuestra sociedad cuenta.

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