La ciudad invisible y apartada

12 sep 2016 / 19:00 H.

El silencio envuelve a Jaén. Decían que Teruel no existe. ¿Pero existe Jaén? En los medios de información de alcance nacional, no. Jaén es una ciudad invisible en los periódicos. Hace unos 25 años, en una serie que publicó “Diario 16” sobre las capitales andaluzas, el reportero describía el largo trayecto por carretera que había de realizar hasta llegar a Jaén, entre un paisaje interminable de olivos, bajo un calor insufrible. Jaén, pues, ha sido tradicionalmente una ciudad mal comunicada, apartada, casi echada a un lado de las grandes arterias ferroviarias o por carretera que han conectado Andalucía con el resto de España. Pero, decíamos, junto con ese mal crónico —en parte ya resuelto—, Jaén no ha acertado a generar noticias —positivas, aunque afortunadamente tampoco trascienden mucho las negativas—, que provoquen que su nombre suene fuera de la provincia.

Jaén no ha sabido crear eventos culturales, sociales o deportivos que iluminen su nombre, como ha ocurrido en otros lugares. Por ejemplo, con el cine. Como han hecho San Sebastián, Valladolid, Huelva, Sitges o Málaga, entre otras, con sus festivales cinematográficos. Gijón ideó hace años la Semana de Novela Negra, que la ubica en las páginas de los periódicos durante varios días. O, hace tiempo, otras ciudades impulsaron trofeos veraniegos de fútbol, ahora en decadencia aunque sobreviven. Como el Carranza, el Colombino o el Teresa Herrera. El Trofeo del Olivo siempre tuvo un perfil doméstico.

Jaén, pues, no ha sabido promocionarse. Hay, además, tópicos que perjudican a la ciudad, aunque eso es casi imposible de eliminar (“las ideas se tienen, en las creencias se está”, decía Ortega). Y ocurre en otros sitios: Huelva y los mosquitos, por ejemplo. Jaén es el calor y el aburrimiento. En 1990, en la campaña de las autonómicas, un político izquierdista candidato a la presidencia de la Junta me comentó al entrar a Jaén, subidos en el autobús de la caravana electoral, por la vieja carretera de Granada:

—“Llegamos a la ciudad más aburrida del mundo”. (Su resultado electoral fue malo).

Pero Jaén no es aburrida y es una capital andaluza, aunque haya quien diga que Jaén no es mi tierra andaluza, solo que en gran medida ha sustituido el lerele inherente al Sur por la potenciación del talento. Andalucía es extrovertida y Jaén, tan andaluza, es introvertida. En muchos sitios de la comunidad se vive (y bebe) en los bares a golpe de lerele y griterío mientras los jiennenses buscan la conversación y la idea. Y en cuanto a profesionales, existe lo que podemos llamar una “argentinización” de Jaén. Argentina ha llenado el mundo de extraordinarios profesionales de distintas materias, que han trabajado lejos de su tierra pero han alardeado de argentinos. Igual ocurre con Jaén. Uno de los mejores cirujanos de España, reconocido por todos como el número uno en las intervenciones de hernia, es de Jaén, pero ejerce fuera. Y el dramaturgo más destacado del momento y con mayor proyección —tiene solo 38 años—, aclamado por especialistas y público, Alberto Conejero, es de Vilches. Ha concluido una obra sobre su infancia que se desarrolla en las minas de Linares, con Jaén como protagonista. El estreno de esa pieza se aguarda en Madrid con tremendo interés. Conejero vive en Madrid. Como Jesús Campos, veterano autor teatral, casi octogenario, jiennense, que luchó contra la censura y en febrero estrenó con éxito en el María Guerrero, el teatro más importante de España, “Y la casa crecía”. Más Muñoz Molina, Sabina, el gran Raphael. O el exjuez Garzón.

Por tanto Jaén suena poco como colectivo pero proporciona profesionales de primer orden. Y hay vecinos de Jaén que, por iniciativa propia, emprenden proyectos privados que en otros sitios nadie se atreve a hacer si no es con el patrocinio de las instituciones. En Jaén, pues, se trata, entre otras cosas, de dar con alguien que logre que funcione como colectivo tanta individualidad sublime. De hallar a un Cholo Simeone que aúne esfuerzos y haga jugar todos a una. Entonces podemos estar ante una gran noche.