La circunstancia

    17 jun 2022 / 16:37 H.
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    Como decía Ortega y Gasset “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Creo es casi la frase o la creencia más certera que se utiliza a diario, y, quizás por ello, hoy, no tengamos en principio nada contra nadie, no discriminamos a persona alguna por sus creencias, por sus ideas políticas, instrucción o cultura. En las circunstancias más complejas que imagino, el historiador, periodista y novelista alemán Joachim Fest (1926-2006), coeditor durante veinte años del prestigioso diario conservador alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ), en su última novela autobiográfica, Ich nicht (Yo no, recuerdos de la infancia y juventud), 2006, relata cómo su padre, profesor, se negó a hablar bien de los nazis, y por eso lo expulsaron. Los padres mandan a los dos hijos mayores a Friburgo,
    a un internado, y les apartan así de las miserias por las que también tiene que pasar
    su familia, pero los niños
    no lo notan, están en sus entretenimientos.

    Evidentemente el comportamiento, las palabras y obras nos clasifican pronto. Por ello creemos en el humanismo y sus bondades. Por supuesto que una persona, no a los treinta, ni a
    los cuarenta, sino a los cincuenta años ya debe haber superado sus circunstancias y
    el legado o influencias de los padres, al menos, si ha puesto interés en ello, formación, en tener juicios propios, que hoy en
    día se tienen atendidos por entidades, becas, subvenciones, recompensas o incentivos y demás ayudas económicas por los respectivos Gobiernos y Administraciones públicas que
    lo facilitan.

    Hay quienes alegan el haber dejado su
    instrucción por tener que trabajar, son mayoría los casos en que gentes y trabajaban, se han esforzado y superado su estatus o posición social y económica, con horas extras además de su jornada laboral. ¿Es difícil o cansado? Sí, mas las personas tienen recursos y fuerza de voluntad para conseguirlo, a no
    ser, claro, que física o mentalmente esté
    inhabilitado para ello, son los menos, en cuyo caso los acogemos en nuestro corazón y
    son capaces y dichosos en otros ámbitos, trabajos o dedicaciones.

    También hay que considerar que algunos padres, a veces, tienen unas circunstancias más penosas y retiran a sus hijos a edades tempranas para que ayuden a la familia y en casos extremos, con su aportación. Son escasas las ocasiones pues los padres quieren lo mejor para sus hijos, en que no se tengan otras alternativas o que al mismo tiempo los hijos encuentren mejor solución al pensar que es necesario esa coyuntura más natural.

    Es seguro que en la inmensa mayoría,
    los padres se desviven por los hijos o les ayudan con el ejemplo y esfuerzo a proseguir
    en su formación cultural y social. Confiemos en que se haya superado el aserto de que las circunstancias del hombre lo condicionan inexorablemente.

    Como el padre de Joachim Fest que se torna ante sus hijos, ante el dilema moral que le plantea la sociedad nazi, en una encrucijada de degradación humana y social, y les dice, a los dos mayores, en una nota que les deja escrita, la frase “etiam si omnes ego non”, para que ellos entiendan que, aunque todos estén con los nazis, ellos no. Les dice esa frase y les pide que no la olviden, que a él le ha ayudado muchas veces y ahorrado algunas decisiones equivocadas, porque “cuando menos he errado es cuando he seguido mi propio criterio”.

    Estamos a unas alturas del progreso tecnológico, de avances y desarrollos en todos los campos imaginables de la ciencia, ingeniería robótica, electrónica, espaciales..., que tenemos que estar atentos a que no por igual, sino que la máxima prioridad ha de ser la persona, su formación, para que su humanismo destaque y sea lo que presida y ordene todas las demás ciencias y medios científicos, y no su servidor, no el esclavo de otros poderes económicos, políticos o sociales. Como Joachim Fest escribe a ese propósito “la desconfianza en una dictadura es una virtud no solo un mandamiento”.

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