La cestita de papel

    06 ene 2024 / 10:08 H.
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    Aún permanece en mi memoria la cestita envuelta en papel de seda que cada año preparaba mi hermana María para colocarla junto a la ventana. Era allí donde los Reyes Magos dejaban sus regalos, uno para cada uno de los cinco hermanos. Yo esperaba aquel juguete con toda la ilusión del mundo; esa noche no quería dormirme, me sentaba frente a la ventana para presenciar el instante mágico de la aparición de los Reyes, pero siempre me vencía el cansancio y alguien me llevaba a la cama. Nada más despertarme, corría en busca de la cesta para coger el único juguete que, probablemente, recibiría ese año. Cuando les cuento esto a mis hijos, no acaban de creérselo, sus Magos siempre han sido generosos, más propios de los tiempos de abundancia en los que vivimos, a veces, demasiado espléndidos. Pero aún hay lugares en el mundo a los que los juguetes no llegan, como si a sus majestades se les hubiera olvidado el camino, o temieran morir en el intento, alcanzados por una bomba o muertos de sed y hambre. Es más fácil caminar por carreteras, dormir en buenos hoteles y recibir la cálida acogida de los niños del primer mundo. Ojalá mi hermana María siguiera viva y pudiera fabricar cestitas forradas de papel de seda para todos los niños del mundo.

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