La cal y
la arena

    23 jun 2021 / 13:21 H.
    Ver comentarios

    Una de cal y otra de arena quiere decir, en este caso concreto, que mi gozo en un pozo, o tal vez, no es oro todo lo que reluce. De todas formas, mi vanidad está más que justificada, y no exagero ni un ápice, que la Catedral de Jaén tiene cuando la miro rayitos de sol y luna y encajes en su vestido. Un cierto y afamado escritor dijo que a nuestra Catedral solo la faltan macetas en sus balcones para embellecer, aún más, su belleza indiscutible. A otra cosa, mariposa, digo, la arena, esto es un defecto de apreciación que debiera corregirse. El gran Andrés de Vandelvira no se merece la trasera en la que está situado, es decir, en la cripta o el comienzo gótico de nuestra Catedral. Con un rabillo del ojo derecho solo ve la Diputación o el comienzo de Bernabé Soriano, y con el izquierdo la famosa mona. Lo deseable, y esta es mi opinión y mi verdad, es que quien fue al alma máter de nuestra principal iglesia, estuviese situado en el centro de la Plaza de Santa María, pues así estaría mirando a su principal obra como maestro de cantería, pues entonces la palabra arquitecto era una profesión rara en aquellas calendas primitivas. Manos a la obra, digo trasládese este bronce al sitio que le corresponde.

    Articulistas