La buena noticia
El pasado domingo los cristianos celebramos el domingo culmen del año litúrgico, el domingo de Pascua. Jesús resucitó y es motivo de alegría. De entre todos los mensajes de felicitación de Pascua que me llegaron ese día, destaco dos; uno de ellos, a través de la página de Facebook de José María Rodríguez Olaizola, dice así: “Y la luz empezó a salir al encuentro de los buscadores de amaneceres”. El otro es una imagen del genial Fano, en la que se puede ver en una sala de cine algunos espectadores con caras de miedo, excepto uno que dibuja en su cara una sonrisa y al que una imagen de Jesús le susurra al oído “resucitarás”, en la parte baja de dicha imagen se puede leer: “... El mayor spoiler de la historia. La película de tu vida acabará bien. No tengas miedo. El amor vence. Vive en paz...”. El mensaje que Jesús nos regaló hace más de dos mil años es un mensaje de esperanza y alegría que nos aleja de los miedos; es un mensaje que nos facilita herramientas con las que llenar de sentido nuestra vida; es un mensaje de amor, generosidad y respeto; es un mensaje que te puede liberar de malos momentos, y de los que son inevitables y dolorosos, los transforma en esperanza; es un mensaje en el que el amor vence dificultades e incomprensiones, y abre puertas a vivencias y amistades que jamás se olvidan. Así lo pienso, así lo vivo y así intento testimoniarlo, nada fácil, pero muy gratificante. La fe en Dios, creer y aprender de las enseñanzas de Jesús, ilumina la vida y te anima a buscar amaneceres que pongan fin a oscuridades, mediocridades o superficialidades. Infinidad de testimonios corroboran lo que hoy escribo, incontables son las personas que, tras un encuentro con el Señor, sus vidas se han transformado para bien. En esta Semana Santa no hemos podido disfrutar de los desfiles procesionales por las calles de nuestros pueblos y ciudades, pero sí que hemos podido gozar y vivir intensamente en los templos de los actos litúrgicos de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, lo que es para los creyentes la buena noticia que se transmite de corazón a corazón, de alma a alma.