La botica

    11 abr 2023 / 09:43 H.
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    Hace sesenta años Joaquín Ramírez Sáenz, farmacéutico de Jaén abría su botica en la calle Martínez Montañés, hoy una céntrica calle de nuestra capital que allá por los inicios de los sesenta no era más que un descampado a las afueras, obviamente sin el tránsito ni la vida que hoy le dan la sede de Cultura, la Policía Nacional, la proximidad del colegio de Las Carmelitas o el bullicio propio de un barrio clásico muy jaenero. Fue Joaquín un hombre bueno, farmacéutico y empresario enamorado de su tierra que entendió siempre el valor de la proximidad en el trato con el paciente. Amante de la botánica, (estuvo un par de años en la cátedra de la Facultad de Granada y fue junto a algunos de sus alumnos, fundador del Jardín Botánico de Sierra Nevada) era excelente conocedor de las innumerables plantas medicinales que nacen en los maravillosos parajes que rodean nuestra ciudad. Uno de esos profesionales que, con certera visión, entienden que la sonrisa y la escucha ganan más batallas que la espada, cuando de garantizar una buena experiencia en un establecimiento sanitario, se trata.

    Hoy, sesenta años después, aquel proyecto que con esfuerzo y diligencia lograse consolidar, es regentado por sus dos hijos María Teresa y Joaquín, farmacéuticos ambos que han sabido recoger el testigo en la nada sencilla responsabilidad de mantener a flote un negocio familiar en tiempos en los que la supervivencia del pequeño comercio, tradicionalmente mayoritario en nuestra ciudad, es cada vez más difícil ante la apremiante competencia de las cadenas y franquicias que ganan cada vez más cuota de mercado. Si a esta situación le unimos que, la tecnología ha conseguido que el cliente sea una persona que está más y mejor informada que nunca, siendo él quien decide qué, cómo, dónde, cuándo y a qué precio comprar; podemos concluir que estamos en un momento complicado para los negocios de toda la vida. Basta darse un paseo por el centro para comprobar cómo son innumerables las tiendas familiares que han cerrado sus persianas ante la imposibilidad de competir tanto en precios como en horarios, con los nuevos gigantes de la distribución.

    En este escenario, la Farmacia Ramírez-Sáenz ha dado un paso al frente y con el firme propósito de seguir velando por la salud de sus pacientes, ha acometido una reforma que no ha pasado inadvertida para los cientos de jiennenses que han transitado por allí estos días de Semana Santa, durante los que se han sucedido las escenas de vecinos, transeúntes, grupos de familiares y amigos haciéndose fotos con la fachada de la botica de fondo. Una fachada, convertida en un espectacular mural del artista jiennense José Ríos, en la que el pintor haciendo gala de su maestría en el estilo hiperrealista, presenta la colección del botamen en el que Joaquín conservaba plantas medicinales y productos químicos. Albarelos, matraces, plantas y morteros que parecen salirse de la pared, gracias a la ilusión óptica provocada por la técnica del anamorfismo, que empleada por el genial artista, consigue que los elementos parezcan totalmente deformes cuando se observan normalmente y que, sin embargo, alcanzan sus justas proporciones al contemplarlos desde el ángulo preciso.

    Por lo que se distingue y valora a estos establecimientos sanitarios que trabajan con pacientes, es por realizar una labor de asesoramiento y consejo en materia del medicamento y en cuestiones relacionadas con la salud. Cuando además de aportar valor a pacientes y empleados lo haces también a la sociedad en la que te toca vivir, en forma de agradecimiento por lo que ésta te da, estás incluyendo la Responsabilidad Social Corporativa en tu propuesta de valor. En el caso de la Farmacia Ramírez-Sáenz ha sido además de un singular homenaje, una forma original, innovadora y diferenciada de dar las gracias a sus pacientes, vecinos y amigos por estos sesenta años.

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