La birria del lagarto

Fábula, cuento, leyenda legendaria, o lo que sea, el lagarto de Jaén, cuya fama traspasó más allá de los mojones de Despeñaperros, merece una representación pétrea o broncística acorde con su emotividad jaenera. Una lagartija de piedra tomando el sol del mediodía en la Plaza de la Magdalena no reúne los requisitos indispensables para que el turista que nos visita se entere de lo que representa el lagarto de Jaén. Sobre este tema he escrito infinidad de veces en estas páginas de opinión de nuestro diario provincial, pero que si quieres arroz, Catalina, el Ayuntamiento y otras instituciones culturales han enmudecido y de su boca no han dicho palabra alguna, pero yo erre que erre, o sea que sigo en mis trece y seguiré denunciando esta falta de sensibilidad por parte de todos. Las cosas de Jaén casi nunca se han tomado en serio como puede ser erigir un monumento de grandes proporciones con la figura de este lagarto tan popular en esta capital del Santo Reino. Ánimo señor Ayuntamiento, no deje en saco roto o en el baúl de los recuerdos de Karina esta jaenera ilustre que tan alto deja el pabellón de la tierra que la vio nacer. Que hace falta hacer una colecta popular, pues miel sobre hojuelas, ahí va mi firma digital, es decir untar el dedo gordo en el tampón empapado de tinta, una firma que no puede falsearse ni con la inteligencia artificial, ese nuevo invento peligroso que tantos quebraderos de cabeza está levantando.