La batuta

26 jun 2019 / 09:43 H.

La batuta no es sólo exclusiva de un director de música. Popularmente a todo aquel que dirige un proyecto se le dice que es quien lleva la batuta. En mi vida periodística he tenido varios directores que dirigían el trabajo manejando una pluma o un bolígrafo en lugar de la varita. Ya saben que me gusta echar la vista atrás porque el recuerdo me fortalece y, además, pienso que los jóvenes tienen así alguna oportunidad, aunque sea pequeña, de conocer un poco más la historia de Jaén y la de los hombres que contribuyeron a forjar esa historia. Y trabajando y escribiendo en un periódico se puede hacer bastante por una ciudad. Son numerosos los compañeros y amigos de trabajo que tuve que dedicaron su vida y su talento a esta tarea formativa y divulgativa de nuestras cosas y que inculcaron seguir ese camino. En el viejo Diario JAEN, en la Carrera de Jesús, trabajé con tres directores. Cuando llegué al periódico, acababa de cesar Fausto Fernández de Moya, el primer director que tuvo nuestro diario. Fue Miguel Ángel Castiella mi primer director. Después, cuando él se marchó, llegó Francisco Villalgordo, estando yo en el servicio militar. Sólo estuvo unos pocos meses, los justos para conocer a todos los redactores y recomendar a quien debería entregársele la batuta del periódico. Y el elegido fue José Chamorro Lozano, un periodista culto, fácil conversador y transmisor de sus mensajes escritos. Era el año 1960. José Chamorro se mantuvo en la dirección hasta el año 1974, cuando Diario JAÉN había estrenado su nuevo edificio actual. José Chamorro era un profesional serio, riguroso, pero eficaz en su labor. Su columna diaria “Reloj de sol” —que relevó a la que tuvo Castiella con el título de “La torre del Concejo”—, se mantuvo durante muchos años. José Chamorro ocupó lugares destacados dentro de la cultura jiennense, siendo cronista oficial de la ciudad, tras la ausencia de Luis González López. José Chamorro fue autor de varias obras sobre la historia y tradiciones de nuestra ciudad. Recuerdo que se sentía muy satisfecho de aquel pequeño libro de bolsillo que tituló “Guía artística y monumental de la ciudad de Jaén”, de la que se publicaron varias ediciones. Fue siempre un trovador de todo lo hermoso que tenemos en Jaén y un maestro erudito que ofrecía sus conocimientos a través de las páginas del periódico o con su conversación pausada en los estrados o en las tertulias.