La autoedición

17 sep 2019 / 08:42 H.

El haber sido autodidacta me permite entender mejor a los escritores. Respeto como nadie su trabajo porque me imagino lo complicado que es. Aprovecho que dispongo de tiempo libre para romper una lanza a favor de la autoedición. Tiempo y disciplina es lo que necesitaba para estudiar y escribir a mis anchas y les aseguro que nunca lo dejaré porque siento que es vocacional y porque noto cómo rejuvenece mi espíritu. Que autoedite no significa que me considere un escritor al uso, lo hago porque he alcanzado el culmen de una afición que me ha acompañado toda la vida, así como la afición por la lectura, y ahora que las circunstancias me lo permiten, le dedico todas las horas que son necesarias a dar forma a conceptos que me cuesta entender pero que escribiéndolos parece como si perdieran la complejidad que al principio me intimidaba. Se aprende escribiendo e igual lo que escribo se deja leer porque son pensamientos que miden las posibilidades que la vida ofrece a personas inquietas que no les importa la edad con tal de sacar adelante la esencia de sus principios. Es un autoencargo que me impongo para suplir otros pasatiempos que no me resultan tan estimulantes como enviar mis ideas a la búsqueda de personajes que den vida a un único deseo que no es otro que fijar pensamientos que realcen aquello que descubro y valoro. Lo que me lleva a deducir que el desconocimiento requiere de un ejercicio de recopilación de datos que desarrollen de forma óptima el tema seleccionado. Confío siempre en que me seduzca lo escrito, y que la autoedición impresa me produzca una sensación calma de plenitud. Previamente mido los riesgos, las dificultades y también la debilidad de mi pluma en ese artículo que en ocasiones duda de la razón de escribir. Pero es el puro azar el que me impulsa a intentar hacerlo cada vez mejor, quizá porque deseo ser yo mismo en cada palabra, frase, artículo, novela o ensayo que escriba. Es rigurosamente cierto que escribir es una terapia que me hace aprovechar el tiempo (lo administro bien) y es rigurosamente cierto que escribir es una referencia que pone a prueba lo que soy capaz de hacer sin que este juego psicológico, tenga que desatar pasiones ni significar ningún tipo drama para nadie. Un observador disciplinado puede describir lo bonito y lo feo de la vida, y a esos héroes que imparten justicia y se constituyen en protagonistas ejemplares de este mundo. Camino en busca de una vejez madura envuelta del silencio que acompaña las cosas bien hechas y más cuando ya me he desprendido de todo lo demás. Perdonad que me ilusione, pero creo que tengo la suerte de contar lo que cuento y ojalá perdure en el recuerdo de aquel que tuvo la ocasión de leerlo. Mi objetivo no es otro que rendir un humilde homenaje a la literatura que tanto me ha dado en la vida y deseo hacerlo con una de mis pasiones confesas que participan con todos sus ingredientes en un modo de escribir que continua insertando la voz de un narrador en ciernes. Las razones literarias están salpicadas de puntos de vista y particularidades que hacen honor al título elegido, así me siento protegido dentro de este mundo al que le presagio una venturosa vida. La autoedición me da una sensación de libertad de la que deseo servirme, pues no en vano es el nexo que utilizo para transcribir todo aquello que me importa.