La amistad y la infancia

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Quizás sea la amistad una de las características que más ennoblece al hombre. Hacemos amigos por afinidad de caracteres, por aficiones similares, por coincidencias familiares o de vecindad, por compartir el trabajo, etc. Sin embargo existe una gran diferencia entre aquella iniciada en la infancia y la que surge en el transcurrir de los años. Aquella es sin condiciones. Cuando se es niño o joven se comparten los balbuceos de la vida, el inicio del desarrollo de la misma con sus inéditas cualidades. Existen menos requisitos de los que sucederán cuando ya los vaivenes de la existencia hayan pulido aquella cuartilla en blanco de los inicios. Por eso nos sigue sorprendiendo que cuando encontramos a alguno de nuestros amigos de infancia, aunque hayan transcurrido muchos años, en unos minutos el tiempo transcurrido se desvanece y continuamos aquella conversación antigua inacabada. Se pueden hacer amigos a cualquier edad, pero la existencia misma confirma que eso es más difícil cuantos más años han pasado. Quizás pidamos más condiciones que obstaculicen la relación. En cambio cuantas veces deseamos una charla larga y cordial con nuestros amigos de la infancia aunque solo sea en nuestra imaginación, que rememore aquellos momentos.

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