La agonía de los Pactos

06 dic 2017 / 10:54 H.

Difícil sustraerse a la semana que llevamos en la que junto a la pertinaz sequía, aliviada con un simulacro de lluvia que lejos de resolver nada ha venido mal y poco, nos encontramos con efemérides y sucesos de todo tipo que han centrado la atención de todos y cada un de nosotros asomándonos a unos retazos de realidad que podemos calificar de surrealista, si intentamos unir los sucesos más llamativos.

Desde la banda de la manada, vista para sentencia, pasando por desahucios de familias con niños incluidos, inicio de campañas electorales, conmemoraciones de efemérides, salidas de presos de las cárceles, campañas de recogida de alimentos y anuncios navideños, forman un cóctel en el que la inteligencia humana se pone a prueba tratando de procesar unas informaciones que por sí ya son complicadas de digerir. Y claro, si además las adobamos con el impresionante cambio producido en el mundo de la información donde se han multiplicado las fuentes, se han cambiado los medios tradicionales y, como podemos comprobar, hay importantes intereses transnacionales en crear confusión y generar estados de opinión lesivos para muchos colectivos, llegamos a un estado en que todo vale y además somos conscientes de que nuestra verdad individual y grupal, es la verdadera. Basta echar una ojeada a las tertulias y declaraciones de líderes sociales, muchos de ellos representantes de la ciudadanía, para comprobar como se han instalado en una realidad virtual de la que es imposible sacarlos. Y lo peor es que, sin escatimar medios de todo tipo, están llevando la situación social a límites que no benefician a nadie. El gran ausente en esta situación es el cada vez más necesario diálogo con altura de miras y renuncias a las que no estamos acostumbrados. Es curioso que mientras el mundo ha evolucionado hacia la relatividad de las verdades de todo tipo, favoreciendo el pensamiento crítico y la apertura y respeto por todas las ideas y culturas, nuestra mente se ha encallecido con ideas obsoletas y egoístas propias de tiempos pasados. A día de hoy los Pactos de la Moncloa y el gran Pacto Constitucional del 78 serían imposibles.