Juventud, divino tesoro
En una sociedad materialista como la que tenemos actualmente, sorprende que miles de jóvenes hayan decidido en días pasados abandonar sus comodidades, coger sus bártulos y tirar hacia Valencia para echar una mano y ayudar en la medida de sus posibilidades en la reconstrucción de las zonas afectadas por la terrorífica dana. En algunos casos, de manera individual, en otros a través de organizaciones y, en muchos otros, a través de la Iglesia católica, que ha vuelto a demostrar que está siempre en los peores momentos para ayudar, y no sólo con oraciones, sino a pie de calle. Y digo que sorprende porque son objeto fácil de críticas por parte de los adultos. Esos mismos adultos que han demostrado, una vez más, no estar a la altura de las circunstancias, enfrentándose entre ellos y culpándose mutuamente de las consecuencias del temporal. Ya lo dijo Rubén Darío: “juventud divino tesoro, ya te vas para no volver”... pero antes de irse, esta juventud española a la que se le critica ser esclava de las redes sociales, ser apática, e interesarse solo por los selfies o el botellón, ha dado una lección a los que en ocasiones pretenden aleccionarlos con ideas que luego no son capaces de llevar a la realidad.