Jurado

    10 oct 2022 / 19:39 H.
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    Durante el pasado mes de septiembre, he tenido la oportunidad de participar como jurado en diferentes eventos y concursos vinculados al emprendimiento. Mi labor ha consistido en evaluar desde el punto de vista empresarial, la viabilidad de los diferentes proyectos presentados por los candidatos que, en diferentes categorías, tenían que ver con el emprendimiento colectivo, la innovación, la tecnología, la mujer emprendedora o la economía circular. Más allá de formar parte en este tipo de formatos (que pretenden ejercer al mismo tiempo de báculo e incentivo para el emprendimiento) y de la satisfacción de poder tomarle el pulso a la realidad emprendedora de nuestra provincia; he podido comprobar cómo muchos de los proyectos tan sólo necesitan un plan presente que les permita afrontar el futuro con ciertas garantías. La opción que muchos de estos jiennenses tienen para conocer cuáles son algunas de las claves que les posibiliten reiniciar su empresa, pasan por aprovechar las mentorizaciones o evaluaciones que reciben durante esos días, por parte de perfiles directivos y empresarios más experimentados.

    No se trata, que también, de enseñarles la importancia de tener preparado un plan de tesorería a seis meses, o de aprender a ajustar cobros y pagos, o de hacer una buena gestión del crédito comercial, o de replantearse el pull de proveedores, o de gestionar la morosidad, o de renegociar el pago de los alquileres, o de gestionar bien el stock, o de buscar oportunidades en la digitalización de los procesos, o de hacer algo más flexible la empresa con fórmulas como el teletrabajo, o de pensar sólo en lo importante eliminando lo superfluo, o de empezar a comunicar lo que queremos hacer, el cómo y el cuándo, o de ofrecer servicios freemium, o de crear formatos de suscripción, o de hacer tarifas planas, o de empezar a fabricar aquí, o... infinidad de opciones necesarias muchas de ellas, cuando de reimpulsar un proyecto empresarial se trata.

    De lo que realmente se trata, es de entender que, para dar sentido a una orientación excelente a estos jóvenes, menos jóvenes y talluditos emprendedores, no son sólo necesarios atributos que tienen que ver con la experiencia, la reputación o el éxito. Hay una frase de uno de los representantes más interesantes del arte urbano, el grafitero Banksy, que dice que “hay cuatro necesidades humanas básicas: comer, dormir, sexo y venganza” y aunque podamos estar o no de acuerdo, lo que resulta claro es que las necesidades del cliente no son lo mismo que lo que quiere el cliente. Una persona necesita comida para vivir, pero podría preferir una pipirrana, un flamenquín o cualquier otro plato que pudiera estar disponible. Así pues, las necesidades de los clientes reflejan sus motivaciones e influyen en su toma de decisiones. Es por ello, que debemos comprender la psicología del cliente.

    Aunque en función de la edad, sus patrones de comportamiento, sus valores y sus motivaciones puedan ser diferentes, y considerando que factores culturales, sociopolíticos, su situación financiera y sus conocimientos tecnológicos puedan influir en la forma en cómo los consumidores piensan y actúan; la realidad nos dice que tenemos que fijarnos más en la actitud de cada uno, para entender cómo se comportan las personas, no tanto por el segmento en el que los encorsetamos en función de su edad (hasta cinco diferentes generaciones conviven en nuestro actual ecosistema de consumidores) sino más bien, por cómo afrontan la vida que les está tocando vivir. Para seguir aceptando la responsabilidad de hacer recomendaciones y evaluar proyectos, habremos antes de evaluarnos con rigor a nosotros mismos. Al fin y al cabo, no es un tema de edad o de experiencia, lo es de actitud.

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