Jueves Santo... silencioso

Llegó la hermosa primavera a nuestra tierra, aunque travestida de ausencia, silencio y pena por la guerra bacteriológica en la que la han metido desde China. Nadie preveía que los almendros en flor, con sus nevados atuendos, serían, este año, premonitorios de una pandemia que nos atenazaría por todos lados. Van demasiados muertos en este tiempo sin primavera real ni Semana Santa barroca con las que consolarse para pedir más salud y trabajo. El miedo y la tristeza van de la mano en nuestras mentes y cuerpos aunque nos creíamos invencibles pensando que la parca todavía andaba lejos de nuestros territorios, ya que está hollándolos y llevándose a demasiados componentes de las generaciones imprescindibles para nuestro pasado, presente y futuro. Cuánta pérdida humana y de memoria histórica, albergada en sus cerebros, que ya no podrán evocarse cuando tanto ayudaron a levantar España. Pase ya tan sonoro y desgarrador silencio. Entiéndase nuestros políticos actuales para bien de todos. Llegue ya la esperanza reposada de un final feliz a este drama del covid-19, en este Jueves Santo silencioso.