Juego de imperativos

    04 ene 2023 / 17:11 H.
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    Los imperativos deben de aceptarse no solo por su significación literal “el que impera, manda”, sino por la conceptuación filosófica que uno de los más grandes filósofos de la historia hiciera: Kant, el cual expresa de forma muy generalizada la relación entre la ley objetiva y la imperfección subjetiva de la voluntad humana. Por otro lado, no podemos eludir otros imperativos morales que exigen la adecuación a un código de conducta, pero, ¿a cuál de los infinitos que se nos ofrecen? Merecen por otro lado atención los que se califican como naturales, de absoluta vigencia, hasta que irrumpe la Ilustración. La modernidad los ha aceptado parcialmente más como valores que como imperativos.

    Por supuesto que son inadmisibles los que se derivan de la coacción asesina e incluso de los regímenes autoritarios que se avecinan con el desprecio a todos los derechos humanos. Creo que el único imperativo virtuoso y exigible es aquel que nace de la democracia, sin calificaciones (si las tuvieran, dejarían de ser democracias). Tal imperativo sí tiene sentido denominarlo imperativo legal como producto de la norma, escrita o no, que alumbra la constitución. Por ello jamás ha de incumplirse, no solo en su literalidad, en sus instituciones, en su aplicación administrativa y judicial, sino en su sentido más profundo, según lo interprete un tribunal que ha de constituirse con el acuerdo de los demócratas, sin trucos ni maneras arteras, ya que puede ocurrir que la representación electoral de uno u otro signo, tenga su repercusión en los órganos de tal tribunal, y ello es categóricamente legítimo y democrático, de manera que en una legislatura operará en favor de un partido político y en la siguiente en favor de otra formación política. Ese es el juego de los imperativos legales. Y peligrosamente se incumple, cuando como consecuencia de impactos electorales, la parte que no es favorecida, se niega a aceptar lo preceptuado en la constitución, sin que valgan, como excusas del incumplimiento, pronósticos siniestros que el infractor sospeche que ocurrirán en el futuro. Para el imperativo legal que ordena nuestra constitución, en trámite de conformar mayorías y minorías en la renovación del Consejo General del Poder Judicial, es de escrupuloso y obligado cumplimiento. Ello lo sabe el mundo mundial. Lo que resulta alucinante y hasta desolador, es que, con total desvergüenza lo incumplan algunos jueces y que además se atrevan a manifestar su incumplimiento que desde luego no es ignorante.

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