Jota. Eme. Eme.

    26 jun 2022 / 16:00 H.
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    Las letras son, aunque no solemos percatarnos, compañeras de viaje, portales a estados de ánimo, conclusiones de nuestros íntimos deseos, puntales sobre los que construir, dejar caer o empoderar y empoderarnos. Las letras forman las palabras, los insultos, los desprecios, las alabanzas vacías, las mentiras redomadas, las falsedades elevadas a la más universal de las potencias. Sí, también son el alma de las mil y una bondades, pero esas abundan mucho menos en la vorágine que nos conforma.

    Veamos algún ejemplo: Jota Eme Eme. Jaén, Menosprecio Marginado. ¿Hasta cuándo puede una tierra soportar que se le humille de forma reiterada? ¿Qué tecla se debe pulsar para que los resortes de las almas jaeneras pisoteadas remonten el vuelo? Jaén, Metáfora Militante. La capacidad intrínseca y depredadora de ciertos “mandamases” de transformar la realidad y disfrazar el desprecio en aplauso, la desidia en sonrisa, el olvido en aprecio da lugar a peculiares, cuando no ridículas, manifestaciones en las que todo se manipula, trastoca y remueve para que lo blanco parezca azabache y la negrura brille con luz natural. Las metáforas políticas son capaces de metamorfosear el secular y doloroso abandono en falsedad militante.

    Jaén, Mapa Maltratado. ¿Saben en las alturas algo de Geografía? ¿Son capaces de colocar en esta tierra el alfiler coloreado que marque una inversión? La respuesta es obvia y etérea. Una brisa maligna les arrastra la mano cuando van a señalarnos en el mapa. Y, ¡sorpresa! El clavo queda fijado en territorios cercanos para escarnio de quienes estábamos seguros de ser agraciados con alguna idílica concesión.

    Jaén, Migaja Menor. En el improbable caso de que la tómbola nos regale algún espejismo, este pertenecerá a la categoría de lo ínfimo y será, como si Murphy se nos apareciese en carne mortal, el último, falaz y mínimo de los posibles para cerrar ojos, bocas y conciencias con su engañoso brillo ridículo.

    Jaén, Mantra Maléfico. Las pérfidas arpías, los oscuros nigromantes, los políticos de estampa, nos repiten a menudo sus mantras, pero no para despejar horizontes sino con la maléfica intención de deslumbrar y entontecer, de apagar destellos de crítica y envolverlos en ese embaucador centelleo que insensibiliza y crea estómagos agradecidos. Jaén, Mañana Mejor. ¡Ay!, he ahí el sueño del que no quisiéramos despertar y, de hacerlo, amanecer en ese futuro en el que nadie haya de abandonar su tierra ni sortear penalidades evitables. Al final, la moraleja: Jaén, Merece Más. ¿Acaso no está en nuestras manos avanzar sobre la ignominia, detener la amnesia, retorcer la indiferencia y posicionarnos frente al futuro con la cabeza alta y las riendas bien sujetas? Pues, hagámoslo.

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