Josiane de Jabalcuz

    29 sep 2020 / 16:29 H.
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    Josiane Phelix “heredó” la Sala de Arte Jabalcuz en 1980. ¿Una galería de arte en Jaén? ¡Un sitio para exponer y vender cuadros! ¿Quién era esa Josiane Phelix? Cuando llegó, solo la mujer del pintor Pepe Olivares. Olivares, como tantos, había emigrado a Francia en los 60. Se conocieron, sus afines espíritus artísticos dieron el sí, y al cabo de los años volvieron a la España aún no libre con dos hijos. Josiane, mujer inquieta a la que las artes no le eran ajenas, aceptó el reto. Dijo en una entrevista que, en Jaén, “un galerista no es ningún potentado financiero. Cada uno vive de su salario y de su trabajo”. La sala Jabalcuz fue única en la ciudad durante décadas. Josiane convirtió aquellos pocos metros cuadrados en un punto de encuentro cultural. Y en refugio seguro para los artistas consagrados como su marido Pepe o su cuñado, Fausto, Cerezo, Carrillo, Kayser; y para los emergentes, Ydáñez, Agrela, Cortés Zarrías. Se alternaban en las paredes con los dioses como Picasso o Dalí. En 2011, Jabalcuz hacía tiempo que había cerrado, recibió un homenaje, curioso en esta tierra tan cicatera con el elogio. En primavera de 2015, Josiane dijo “adieu” para siempre, aunque sigue aquí, en Jaén.

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