Jaén se volvió gris

    29 sep 2021 / 18:42 H.
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    El alba despertaba envuelta en tules de velos cenicientos, el cielo se vestía de grises, de turbios claroscuros. Sobre el castillo las nubes coronaban con desvelo las almenas calladas. La cruz desdibujaba su figura silente entre la niebla. El azul de Jaén se había escondido tras nebulosas formas. El aire se perfumó del petricor que envuelve los sentidos. Un beso trasparente de otoño se percibió en Jaén, cuando descalza la mañana recorría las calles y los montes cercanos. El Jabalcuz soñaba sensaciones, en sus altas laderas de violáceos suspiros. Los olivos en su esperanza verde sonreían, soñaban con la lluvia en sus ramas mojadas y se agitaban con el suave viento que cantaba la canción del olvido. Y el sol huido y escondido permanecía velado, callado y su calor casi desmoronado entre las horas del tiempo. Una hoja amarilla cayó en el pavimento con una danza suave, sigilosa y hermosa... se deslizó a un charquito que sostenía en su fondo el cielo dibujado, como un espejo que guardara de lejos su figura. En el jardín una rosa lloraba el desconsuelo, entre los suaves pétalos que sostenían sus lágrimas. La fuente había apagado su cántico de agua. Las aceras grababan las huellas de los pasos, que recorrían deprisa hollando el sollozar de sus losas mojadas. Jaén era un cantar de música serena en las copas donde los verdes olmos guardaban escondidos su misterio de ramas. En los brillantes y verdes aligustres se posaba un adagio de notas que sonoras se rendían. El árbol del amor aún sostenía sus hojas que inquietas resistían. Y, en las quietas acacias se escuchaba la canción de la lluvia y en las albicias con sus plumosas hojas se dejaba mimar la melodía. Yo vi latir los versos de la dulce poesía, cuando Jaén se pintaba con ese tono gris de claras sombras, entre leves susurros el eco del verano se dormía. Jaén se volvió gris sobre las torres que guardan las campanas, sobre inmóviles y antiguas espadañas. En San Bartolomé el gris aparecía muy oscuro y en la plaza el viento se colaba y en las calles su son iba sonando en un largo lamento susurrando. Se le perdió el azul en un momento, se le apagó la luz que reina en los balcones. Mas no perdió el aroma de un frondoso jazmín y entre versos de otoño, Jaén se volvió gris.

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