Jaén por San Lucas

18 oct 2019 / 11:45 H.

El ferial está siempre tan repleto de gente que no queda sitio ni para la lluvia. Sí, es verdad que la feria sanluqueña se cogió con ansias, como si ya no hubiese más. Las gentes están demasiado estresadas por esta vida incierta que nos depara la política y decidió soltarse el pelo y disfrutar a tope, hasta donde las fuerzas lleguen. Y nadie dude que para estar de fiesta siempre hay fuerzas. La verdad que es bonito, reconfortante, que los ciudadanos tengan esta actitud positiva, abierta a la diversión con orden y no voy a decir, y con concierto, porque lo del ferial —menos las tres horas de silencio de los altavoces— no es un concierto, sino una tempestad de ruidos que termina por gustar. Es la feria y el tiempo está permitiendo disfrutarla. Así que, a por todas. Precisamente, hoy, festividad de San Lucas, día grande de la feria, trae muchos recuerdos a los que ya disfrutamos de varias docenas de esta festividad. Es verdad que el corazón de la feria no cambió porque sigue latiendo con fuerza, pero sí se añoran algunas de sus viejas arterias como aquel omnipresente teatro Chino o el Concurso Hípico que llegó a ser de los más importantes de España. Nunca podré olvidar el “chinchimpún” del tío Juanico, ni las barcas de Manolo. Aparatos rústicos, que funcionaban sin electricidad pero que entusiasmaban a la chiquillería. También se añoran el ciclo de teatro que ofrecía Antero Guardia y las compañías de revistas con grandes como Zorí, Santos y Codeso o Juanito Navarro y Lina Morgan. Todos ellos fueron buenos amigos míos como lo fue mi fraternal Francisco Almagro, el poeta de Pegalajar, autor entre otras muchas creaciones de esa copla que hizo popular Manolo Escobar y cuyo estribillo decía aquello de “en Jaén, por San Lucas, a mi mulilla, le compré dos docenas de campanillas”. Es a Paco Almagro a quien quiero recordar especialmente hoy, aunque yo lo recuerdo siempre. Todas esas ausencias que extraño en nuestras ferias de hoy no dejan de ser un sentimiento particular sin pretensión de hacer crítica de las programaciones de estos últimos tiempos. El tiempo avanza, las costumbres se modifican, los gustos se acomodan al tiempo que se vive, y la feria de San Lucas tuvo y sigue teniendo ofertas suficientes para que los ciudadanos lo pasen en grande. Y si faltara algo se echa mano del espíritu jaenero para que nada se eche de menos.