Jaén es única, bella y diversa

19 mar 2023 / 08:00 H.
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AXavi Hernández se le critica ahora desde la prensa deportiva por haber “cholinazado” el fútbol del Barcelona. Xavi ha dado un regate en corto desde el banquillo blaugrana al viejo estilo de toque y posesión de la pelota. Fue un jugador excelso y es un entrenador con cualidades todavía por demostrar, con su aspecto de chico atildado, que por las mañanas lee detenidamente “La Vanguardia” para estar al día de los asuntos de la Generalitat. Xavi vertió unas agrias críticas hace un año contra el libreto futbolístico del Cholo Simeone, el técnico que ha superado a Luis Aragonés con más partidos al frente del Atlético, y ahora diseña Xavi planteamientos muy defensivos en el Barça, ignorando las teorías atacantes y de juego ambicioso que Johan Cruyff, el gran revolucionario del fútbol moderno, implantó en La Masía (empleo la palabra “teoría” aplicándolo a la estrategia del fútbol y no “filosofía”, como se usa habitualmente en casi todos los soportes de información deportiva, porque la Filosofía es algo trascendente, una ciencia que intentan alejar inexplicablemente de las aulas los gobernantes, desde Rajoy a Pedro Sánchez). Este desconocido Barça de “catenaccio” y “unocerismo” es un equipo bien resuelto atrás, como demostraron en el Bernabéu en el partido de Copa Marcos Alonso (sensacional en los despejes de cabeza) o Araújo frente al desquiciado Vinicius (un luchador del fútbol, extraordinario jugador, pero que ha trasladado su zona de influencia desde el campo hasta el otro lado de la banda, allí donde calientan los suplentes, para pelearse con el público en una empresa inútil). Pero este Barcelona encerrado y conservador carece de un plan de contraataque. El “cholismo” (que ha evolucionado mucho) consistió en principio en una línea insuperable en defensa, con Godín y Gabi enviando desde atrás unos imprevisibles balones largos a la carrera de Diego Costa. Así ganó el Atlético la Liga de 2014 y, casi, la final de la Champions de ese mismo año en Lisboa. Una táctica diseñada, estudiada y entrenada por Simeone. El Barça de Xavi, sí, carece de estrategia definida de contraataque, recurre sobre todo a las pérdidas de balón del rival. El Barcelona, al margen de los oscuros dividendos destinados al siniestro Enríquez Negreira y otros líos, activó el pasado verano las denominadas “palancas” (término de Joan Laporta) a fin de realizar fichajes con el dinero que el club no tiene, cuando la principal palanca estaba en el propio Camp Nou: Antoine Griezmann. El delantero francés parecía en el Barcelona un futbolista intrascendente, desfondado y desorientado, pero Simeone lo ha devuelto de nuevo a aquella mesa que Griezmann anhelaba compartir con Messi y Cristiano en la cima dorada del fútbol. Y Grizzy se ha convertido —con diferencia— en el mejor jugador de LaLiga, muy por encima de Vinicius que, ya está dicho, parece dominado sobre el césped por la ansiedad, aunque el estridente vocerío mediático madridista lo ensalza como un genio futbolístico insuperable, para tapar el fracaso de Florentino Pérez en el malogrado fichaje de Mbappé. Xavi Hernández, decíamos. El técnico necesita un baño de humildad. Aún dista mucho de la habilidad de Guardiola como teórico e innovador del fútbol. Pero un Barcelona extremadamente defensivo va a ganar la Liga. Que es mucho. Florentino ve crecer el nuevo Bernabéu, mientras el equipo “merengón” se agrieta por todas las líneas. Este fin de semana hay clásico. Veremos.

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