Ir a por agua

Hablaba Unamuno en su obra En torno al casticismo de la “intrahistoria”, esa vida silenciosa y cotidiana de los hombres que sirve de fondo a la otra historia más visible de la que los libros nos dan testimonio. Y es esa intrahistoria la que siempre me ha gustado leer en la literatura, la que nos muestra el decorado de personajes anónimos que luchan sin ser notados.

Leo en la prensa la situación de un anciano dependiente de una máquina de oxígeno. Su lugar, un pequeño pueblo de la sierra cuya carencia es vital: el agua. Se pregunta su hijo ¿cómo podría mi padre ir a llenar garrafas? Son ya muchos meses los que Solera lleva aguantando esta situación a pesar de la lucha que por parte de las autoridades competentes se viene haciendo pero son largos trámites burocráticos y negociaciones a la espera de respuestas. Mientras tanto, camiones cisterna para abastecer a la población y horarios restringidos para fregar o asearse incluso con cazos como antiguamente puesto que todo no está al alcance de todos. Y, así, lentamente se va escribiendo la intrahistoria de un pueblo que grita sin ser notado y que desea que la bendita lluvia caída estos días consiga que se deje ya de ir a por agua.