Intrahistoria: la voz silenciada

    04 mar 2024 / 09:40 H.
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    El pasado día 14 de febrero leía yo la colaboración que desde Mágina enviaba María Isabel Guzmán Fernández, (no se la pierdan) quién, glosando la penuria de acceso al agua en Solera, usaba un término que de inmediato me llamó la atención por lo que en sí encierra de gran historia reducida a una sola palabra: “intrahistoria”.

    Como coleccionista de palabras que soy, y sin negar que tal término lo acuñara Unamuno ...para referirse a la vida tradicional o “tradición eterna”, que sirve de “decorado” a la historia más visible... —Cfr. Wikipedia— salté de inmediato a la caza de otros significados, los cuales encontré en la misma Wikipedia sin necesidad de mayor desplazamiento. Me refiero a la profesora María Dolores Pérez Murillo ...relacionan el término con la historia de los colectivos marginados históricamente (”las gentes sin Historia”), con la oralidad y las historias de vida como complemento de las historiografías más oficiales.

    Ahí estaba explicado en pocas palabras lo que yo vengo afirmando más que sospechando sobre el hecho de contar historias. Bien entendido que por “contar historias” no puede entenderse sólo lo de escribir o narrar de viva voz, sino que va mucho más allá. Porque no me negarán que cada acción o omisión en nuestras vidas cuenta una historia, tan subjetiva en lo personal como reproducida ecológicamente en cada uno de los seres vivientes y su respectivo entorno, afectados sin duda por esa acción/omisión forjada por cualquiera de nosotros.

    Hace mucho tiempo ya que descubrí que los seres vivos somos en esencia obligados “contadores” de historias propias y “lectores” más o menos aplicados de las historias ajenas.

    Lo de escribir nuestra propia historia, sea a mano, a máquina o, simplemente, viviendo la propia vida, ya se sabe: trastea en el riesgo de errar y cometer faltas de ortografía “vitales”, sin que ello frene o deba impedir que sigamos viviendo/contando/contándonos a borbotones.

    Cosa distinta es lo de cometer también “errores ortográficos” a la hora de “leer” en la vida de los demás. Ahí está lo de la dichosa palabreja con la que María Isabel Guzmán Fernández me “enganchó” el otro día: la “intrahistoria”.

    Porque, si existen “faltas de ortografía lectora” absolutamente intolerables esas son las que, por falta de una elemental cultura emocional, nos llevan a juzgar las historias ajenas como si enlodando ajenidades lográramos pulir nuestra historia propia.

    O a algo peor: a obcecarnos en silenciar las historias ajenas echando sobre ellas borrones más que groseros, anclados en la creencia miserable de que el brillo emergente en otros apaga el nuestro y hay que percudirlo como sea.

    En todo esto pensaba yo, recordando ese imparable movimiento vital que son las Mujeres Enganchadas de un Hilo de Sierra Mágina, dándole vueltas a la definición conceptual de la palabra “intrahistoria” acuñada por la profesora María Dolores Pérez Murillo ...relacionan el término con la historia de los colectivos marginados históricamente (”las gentes sin Historia”), con la oralidad y las historias de vida como complemento de las historiografías más oficiales.

    Porque ya no se puede negar que una actividad tan sencilla en apariencia como la del ganchillo de las mujeres de Sierra Mágina cuenta una verdadera intrahistoria de desprecios, marginación y silenciamiento de la función de la mujer en el mundo rural que ellas han sabido reescribir con la misma tinta con la que antes se emborronaba su presencia: con la tarea de sus manos. Como siempre.

    Por eso seguiré empeñándome yo en que el movimiento ganchillero de Sierra Mágina sea declarado patrimonio inmaterial de la humanidad. Incluso, en contra de algún zurupeto analfabeto emocional que, envidioso, se atreva a calificar a estas mujeres de “catetas rurales”.

    Porque ¿qué se apuestan a que antes de que el gallo cante tres veces la voz de algún/alguna detractor/detractora de la intrahistoria oculta que cuenta ese imparable movimiento de las Mujeres Enganchadas de un Hilo de Sierra Mágina, las niega tres veces?

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