Inteligencia artificial

El ganador de un prestigioso concurso internacional de fotografía celebrado en Berlín la semana pasada se vio obligado a renunciar al premio cuando se descubrió que la imagen presentada a concurso era obra de la inteligencia artificial. No es la primera vez que los algoritmos crean algo casi indistinguible de lo real: miles de fotos trucadas navegan a diario por las redes, también lo hacen las noticias falsamente documentadas, la voz en directo e imagen de personas fallecidas y el vendedor de pócimas mágicas y ungüentos sanadores que bombardea la pantalla a gusto del internauta consumidor. Será porque con tantas preocupaciones y calamidades cada día se hace más chico el tiempo. Será por esa velocidad misma que en un santiamén supera con creces y descaro las genialidades y descubrimientos de lo ayer conocido. O será porque a base de pasos sucesivos, estudios tácticos, estadísticas, ceros, unos y equis, nos han cogido la medida a cada uno de nosotros hasta desvanecer las ganas, los sueños, y los ideales que separan a nuestra imaginación de la pereza. La idea simple del mínimo esfuerzo por avaricia es un arma contra la realidad, el pensamiento y la conciencia.