Inquisición de los payasos

29 nov 2018 / 11:39 H.

La libertad de expresión es imprescindible en cualquier democracia que se precie de serlo. Por esta razón, hay que desenmascarar las amenazas que acorralan y limitan hoy un derecho tan fundamental para la dignidad de la persona. Estamos hablando, además, de un instrumento esencial contra la tiranía de todo signo ideológico; la condición necesaria para que los ciudadanos se liberen de la esclavitud de todo pensamiento único. Y, sin embargo, parece que asistimos al preludio de una nueva era donde la Inquisición adopta nuevos formatos y estrategias. A veces, solapada en lo políticamente correcto; otras, bajo mordazas legislativas de informaciones peligrosas para el poder; oculta en la censura que estigmatiza sin pudor a quienes no actúan conforme a los patrones que se imponen por nuevas hegemonías culturales. Defiendo, en fin, el derecho fundamental a ejercer el, cada vez más difícil, oficio del payaso; para burlarse y, por qué no también, para quemar todas las banderas institucionales y las imágenes, reyes o presidentes de república, en las que aquellas se personifican. Porque la sátira, aunque ofenda a algunos, es la principal garantía de nuestra libertad.