Inmenso dolor por el olivar

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Lo vi de pasada por televisión. Me detuve, pero no atinaba a creerlo. No era algo baladí, nada de “raterillos”. Se llevan un saco de aceitunas y salen corriendo. Se trataba de un robo copioso, o bien organizado, causando, con nocturnidad y alevosía, grandes destrozos y pérdidas en el olivar de estas santas tierras. Era un olivar frondoso y lleno de frutos, pero parecía desmembrado, roto. Sus mejores ramas, cortadas de cuajo con máquinas eléctricas a ras del tronco, salvajemente robadas y, posteriormente, cargadas en vehículos para desaparecer rápido hasta Dios sabe dónde. Robos infames y vergonzantes. Esto está ocurriendo en más de una finca por estos contornos. Dolía ver las imágenes. Quedé impactada. Ya no se paran a cogerlas y llevárselas. Ahora destrozan árboles hermosos en pleno cultivo, mimados por sus dueños, como solo en Jaén se sabe hacer. Vandalismo a tope sobre las colinas de los dueños. Canallada extrema que merece el mayor de los castigos. Decepción para unos agricultores que esperan todo un año para obtener el rendimiento de sus tierras después de duros y largos trabajos. Sujetos a esta índole, merece que los agricultores honrados que esperan la cosecha de sus campos, así la reciban. Porque, muchos, de ello viven.

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