Informe PISA

    16 dic 2023 / 10:04 H.
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    Cuando el gato va a sus devociones, bailan los ratones, dice el refrán. Continua la larga, sostenida y preocupante tendencia a la baja en comprensión lectora y ciencias en la UE y en la OCDE. Unos echan la culpa a la pandemia, otros a la última ley educativa o a las anteriores, y es que el que no se consuela es porque no quiere. El caso es encontrar un descanso emocional y moral que nos apacigüe. Desde luego tiene bastante éxito como excusa el echar la culpa a las izquierdas o a las derechas y entretenernos con esta perpetua ilusión democrática en la que cuando gobiernen los míos esto se arreglará, pero cuando gobiernan no se arregla porque los otros lo dejaron todo tan mal que no hemos podido hacerlo mejor, como si el imparable analfabetismo se pudiera detener con estos argumentos tan ridículos y falsos. Argumentos inventados solo para permitir la continuidad de un régimen de partidos blanco o negro, bueno o malo, de cara o cruz, reduciendo nuestra democracia a unas urnas y unos partidos sometidos a unas empresas privadas que gestionan la cosa pública como si fuera suya y que no buscan el bien común, que debe perseguir cualquier estado, sino el simple beneficio. Desde luego este avance imparable del analfabetismo tiene causas mucho más profundas que el simple juego de bueno o malo o derecha o izquierda.

    A escribir se aprende leyendo. Y leyendo se adquieren las palabras que serán las herramientas con las cuales construiremos nuestros pensamientos. Si una persona no tiene vocabulario estamos limitando su capacidad para concebir ideas complejas. No hay mucho más que decir, la comprensión lectora también se promueve leyendo, así de simple y de importante. ¿Qué libertad puede tener una persona que no sabe leer y escribir correctamente? ¿Es compatible la democracia y el Derecho con el analfabetismo funcional? A estas alturas yo diría que me da igual la respuesta a estas preguntas porque es absolutamente imposible esperar que la mayor parte de los seres humanos comulguen con el conocimiento. No lo van a hacer. Y es también imposible que la mayor parte del profesorado, sobre todo los de enseñanzas medias, quieran también mantener unos niveles de exigencia contra una realidad que se lo impide por completo. Las cosas no solo no van a mejorar, sino que para sobrevivir en unas circunstancias de esta naturaleza es preciso hacerse compatible con la barbarie. Muchos de nosotros vamos a envejecer en una sociedad dominada por la barbarie, y muchos de los que vienen por detrás van a crecer, a madurar y a envejecer en una sociedad terriblemente dominada por esa barbarie.

    Cuando existe un Derecho y el desconocimiento de las leyes no exime de su cumplimiento es conveniente saber leer y escribir y saber hacerlo lo mejor posible y correctamente. ¿A quién beneficia toda esta situación, al mercado, a la universidad, a la democracia, al conocimiento, a la libertad? ¿Qué le ocurre a la democracia desde finales del siglo XX? ¿Para qué sirve la democracia si no tenemos libertad? ¿Para qué sirve la democracia si no tenemos conocimiento? Estas preguntas no pueden plantearse de espaldas a la administración estatal del conocimiento, a la administración pública del saber y de las posibilidades de la escritura y la redacción. Con frecuencia se dice que la democracia quiere personas inteligentes, pero no se nos dice que esa democracia es víctima del mercado, del comercio. No una aliada del comercio sino un instrumento del comercio, y el comercio no quiere demócratas, quiere consumidores. En la democracia es importante el comercio, la libertad o el conocimiento entre otros muchos aspectos, pero lo que no puede ocurrir es que uno de ellos, ese comercio, fagocite a todos los demás y los extermine. El marketing no quiere libertad, quiere consumo. Y quiere la libertad que necesita el consumo, el consumidor y el comercio, pero esa libertad no siempre es la que exige el conocimiento o la cultura. El exterminio de la literatura y del conocimiento nos lleva a una democracia deficitaria, sobre todo de libertad, que es a lo que siempre nos remite la literatura.

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