In memoriam de Ana Orantes

22 nov 2022 / 15:18 H.
Ver comentarios

El pueblo de Cúllar Vega en Granada recordaba hace unas semanas el 25 aniversario de la muerte de Ana Orantes, esa mujer valiente a la que no hemos olvidado en este tiempo y cuya memoria perdurará en la conciencia social frente a la violencia de género.

Ana Orantes denunció en un programa de máxima audiencia los años de agresiones y humillaciones que sufrió con su marido, al que el juez había permitido compartir una vivienda tras la separación. Su exmarido la quemó viva poco después. Ella misma había presentido y advertido horas antes que esto podía ocurrir. La gravedad de los hechos provocó una alarma social sin precedentes y a partir de ahí nada volvió a ser como antes. El entonces vicepresidente, Alvarez Cascos, calificó el suceso de hecho aislado, pero estaba claro que era no era un caso aislado, sino lamentablemente el detonante de una realidad social oculta e invisibilizada que acaba con la vida de decenas de mujeres cada año. Los malos tratos y la violencia doméstica dejaron de considerarse desde entonces, como un problema privado y empezó a abordarse como un problema social y político. La violencia de género pasó a un lugar central en la agenda política. Ocho años después, en diciembre de 2004 se aprobaba la ley integral contra la violencia de género prometida por el presidente Zapatero, quien se comprometió a combatir la violencia contra las mujeres desde todas las instancias del Estado de derecho.

Desde entonces muchas cosas han cambiado afortunadamente. Existe una mayor conciencia social frente al problema, un rechazo social mayoritario a este tipo de conductas. Existen más y mejores servicios de información y apoyo a las mujeres víctimas. Un amplia tutela judicial y profesionales mejor formados que protegen y amparar a las mujeres que sufren este tipo de agresiones. Desde 2013, cuando empezaron a contabilizarse estos asesinatos, 1.171 mujeres han muerto a manos de sus parejas o exparejas. 38 han perdido la vida en lo que va de año, y a pesar de ser una de las cifras más baja en estas décadas, sigue siendo preocupante que en una sociedad que se supone cada vez más igualitaria, todavía haya mujeres que mueran solo por el hecho de serlo.

El machismo mata, y este próximo viernes, cuando se conmemora un nuevo día internacional contra la violencia de género, será una nueva ocasión para recordar
a sus víctimas. La violencia contra las mujeres, expresada en diferentes formas: malos tratos, agresiones sexuales, acoso, prostitución, etcétera, es un fenómeno enquistado en nuestra sociedad. Está bien contar con marcos legales garantistas y que penalicen adecuadamente el delito, pero frente a esto se requiere de un mayor compromiso social que debe empezar por cada uno de nosotros. No debemos ser cómplices. Compartir discursos que niegan este tipo de violencia significa ser cómplices de estos delitos.

Muchas cosas han cambiado para mejor en estos 25 años, pero es todo un retroceso haber perdido el consenso social y político que hubo entonces para combatir esta violencia tan atroz, que persigue aun a miles de mujeres cada año. Los debates tan frentistas de estos días ante la ley de agresiones sexuales, nos deberían hacer reflexionar para no confundir lo importante de lo accesorio en esta batalla. El pueblo de Cúllar ha levantado un monumento en honor a Ana Orantes y una escuela que lleva su nombre, para educar en igualdad y evitar a futuros maltratadores. Un gran legado.

Articulistas