Implicación en la educación

23 nov 2016 / 12:12 H.

Hace unos días asistí a la Asamblea anual del AMPA del instituto donde estudian mis hijas y la asistencia fue ridícula. Cuando los niños pasan del colegio al instituto los padres nos desentendemos y lo único que nos preocupan son los resultados académicos. Como los hijos ya no celebran nada que requiera trajes o disfraces pues parece que ya no tenemos que aparecer por el centro salvo a las tutorías obligadas. Los hijos crecen y es en la adolescencia cuando los padres tenemos que estar aún más pendientes de ellos. Nos lo dicen por activa y por pasiva, los padres tenemos que ir a una con el centro para que los hijos perciban unidad y coherencia. No hay bandos encontrados, lo que tiene que haber es unión para convivir en pro de la educación de calidad de nuestros hijos. La queja de poco sirve si no es para buscar y encontrar soluciones que impliquen más a las familias en la vida del centro educativo. Todos tenemos que hacer examen de conciencia para ver en qué fallamos y qué podemos hacer. No vale solo ir a dar una clase y evaluar con exámenes; no vale solo esperar las notas y ver si no hay suspensos. Familias y profesores nos necesitamos para que los hijos encuentren sentido a lo que están estudiando. Si los padres no nos involucramos en la vida del centro estaremos perdiendo la oportunidad de mejorar la educación. Si los centros educativos no propician actividades que involucren a las familias la separación será cada vez mayor. Y creo que aquí tienen mucho que decir los orientadores, para que muestren caminos que nos impliquen a todos. Dice Nelson Mandela que “la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”; pues bien, o nos gusta mucho el mundo que tenemos o mucho tenemos que cambiar para implicarnos más en la educación de los jóvenes. Es en el hogar donde más se marcan las huellas en las vidas de los hijos; pero en el cole, en el instituto, las huellas de los profesores también se graban a fuego. Si el empeño es dejar bonitas huellas en el corazón de hijos y alumnos, perfecto; de lo contrario tendremos más de lo mismo, y luego nos quejamos.