Ídolos

30 ago 2019 / 09:07 H.

A lo largo de la historia de la humanidad, los ídolos han tenido más fuerza, más poder de convicción, más efecto llamada que todos los demás poderes. La lista de ídolos es interminable, pero yo no voy a hablar de los ídolos de tendencia religiosa, sino de esos otros ídolos más cercanos que mueven auténticas masas de admiradores y seguidores. Y tampoco me voy a referir a los divos de la canción, de la música e incluso de la televisión menos edificante. Hoy me llaman la atención los grandes ídolos del deporte, precisamente por la ausencia de ellos en no pocas actividades deportivas, sobre todo en dos que siempre se gloriaron de tener esplendorosas, rutilantes estrellas, y que en la actualidad están huérfanos de ellas y, por lo tanto, su impacto mediático anda algo empalidecido. Las grandes masas de aficionados a un deporte no tienen constancia. Nacen ganadas por el esplendor y los éxitos de un deportista y se disuelven cuando faltan esas enormes figuras que ofrecen grandes triunfos. En España nadie sabía lo que era el tenis hasta que salió Manolo Santana y deslumbró a los españoles con su juego y con sus éxitos. Afortunadamente, al tenis español no le han faltado ídolos, tanto masculinos como femeninos, y hoy la llama la mantiene bien viva el campeonísimo Rafa Nadal. Hubo una época en que el boxeo era casi el deporte nacional, gracias a ídolos como Pedro Carrasco y José Legrá y otros más que mantuvieron la llama viva. Hoy se sabe poco del deporte de las doce cuerdas, del que en Jaén en aquellos tiempos teníamos veladas casi todos los fines de semana, y la plaza de toros registraba una extraordinaria afluencia de aficionados para arropar a los ídolos locales, especialmente Pepillo Gámez y Juan Cruz “El Colorao”. No hay grandes figuras a nivel nacional y el boxeo está adormecido. Se puede ver esto también en el ciclismo. La Vuelta a España está transcurriendo sin el seguimiento de otros tiempos. No existe el interés que despertaban Bahamontes, Ocaña, Olano, Pedro Delgado, Contador y muy especialmente, Miguel Indurain, el más grande de todos, ganador del Tour de Francia en cinco ocasiones consecutivas y del Giro de Italia en dos. Indurain fue uno de los ídolos más internacionales y sus triunfos levantaban oleadas de admiración. Pues ya ven, ahora no está Indurain ni nadie que se le parezca y el ciclismo también anda un poco alicaído. Por esto, y por las trampas que se hacen.