Humanizar a los animales

05 jul 2024 / 09:30 H.
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Según el INE, en España ya existen más perros que niños menores de 14 años y la tendencia para ir al alza. El 71% de los hogares españoles tiene perro, el 23,7% tiene gato y un 8,1% tienen ambos. Pareciera que ante la complejidad de la reproducción humana, en las sociedades avanzadas hemos decidido sustituir a los hijos e hijas por mascotas, hasta el punto de que en las redes sociales se habla de “perrijo”. Los que vivimos en grandes ciudades como Madrid empezamos a acostumbrarnos a ver más perros que niños por la calles y parques. Por supuesto, nadie se ha planteado los problemas de higiene urbana que supone tal número de excrementos en un medio que todo el mundo frecuentamos. La mayoría de las personas que veo a menudo paseando a sus mascotas no limpian sus muestras animales, lo que nos lleva de nuevo a la edad media, donde hay que ir sorteando olores y sustancias por las calles. Pero el verdadero problema de esta tendencia es, en mi opinión, la humanización de las mascotas. Creo que quizás ha llegado la hora de abrir un debate sobre las consecuencias de un proceso en el que los dueños tratan a sus animales como si fueran personas, y a menudo incluso mejor que a algunas personas de su entorno.

Un día un amigo me habló de la necesidad de crear una dirección general para los derechos humanos de los animales. Tuve entonces que explicarle que los derechos humanos, recogidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, son como su propio nombre indica derechos que afectan a los humanos y no a los animales. Finalmente, la citada dirección general se creó con el nombre de dirección general sobre bienestar animal, un bienestar al que, por supuesto, nadie nos oponemos, aunque curiosamente esta dirección no está en el ministerio de agricultura, sostenibilidad, o algo parecido, sino en el ministerio de las personas. Nada más y menos que en el ministerio de derechos sociales. Estoy a favor de que se respeten a los animales y se les evite cualquier maltrato, pero no hay de confundir el rol y el papel de humanos y animales en la sociedad. Las mascotas pueden contribuir a paliar problemas de soledad y de compañía, pero nunca podrán sustituir los afectos y el amor humano. Tampoco pueden sustituir las relaciones humanas. La última aberración que he podido contemplar en este sentido es el asunto de las custodias compartidas de perros y gatos en caso de separación y divorcio, e incluso me han contado casos de denuncias por incumplimiento de la custodia. Solo faltaba que los limitados recursos de la justicia, con los retrasos sabidos, se utilicen también para discernir estas cuestiones domésticas. En fin, sabiendo que navego a contracorriente en este artículo de la moda animalista, insisto en no perder el norte y concentrarnos en resolver de otra manera los problemas de afecto, de amor, de soledad, de compañía, que existen en el mundo. El mercado de las mascotas y comprarse el chucho más bonito y caro del mercado, no suple la felicidad de amar, relacionarse, aprender, enseñar, comunicarse e interactuar con otros miembros de la familia, amigos y amigas, abuelos, compañeros, vecinas, etcétera.

Moraleja: por favor no sustituyan hijos por perros. La crianza es deliciosa y hay muchos niños y niñas institucionalizados, jóvenes, personas mayores y personas sin hogar con necesidad de afecto. ¿Qué tal si dedicamos a ellos algunas horas de nuestro valioso tiempo?



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