Huelga... decirlo

Todos los primeros de mayo, los sindicatos “oficiales”, esos que pagamos todos a través del Gobierno, marchan para recordar que hay que cuidar de los trabajadores. Yo, como abnegado autónomo, suelo acudir al diccionario para consultar la definición de trabajador. Hace poco, esos seres defensores a ultranza del obrero, organizaron una pequeña reivindicación, no en contra del Gobierno, no se muerde la mano de quién me alimenta de crustáceos. Contra las cosas, que diría Rajoy. Que aquí solo se detiene y se escolta si las huelgas, paros y demás los organiza el populacho, hastiado de que le machaquen su maltrecho bolsillo. Da igual si quemas calles, si apedreas policías, si saqueas locales o si homenajeas a asesinos, solo se actúa si las movidas las organiza la famosa ultra extrema... El Gobierno ha perdido el pulso de la calle, y sus fieles palmeros, estómagos agradecidos y votos comprados a base de paguillas, subvenciones, bonos de videojuegos y puestecitos a dedo, siguen sin entender este paro. Esta gente que se hartó de trabajar (algunos no lo entienden) gratis, poniendo dinero, llevan razón, y es la primera huelga efectiva de la historia. Ha funcionado, tenemos miedo a quedarnos sin comida, sin leche, los súper tiemblan y, la que se avecina, Rusia mediante, puede ser peor. Porque el pueblo, salvo los sacrificados sindicalistas, no es que lo entienda, lo apoya.