Huele
a otoño

24 oct 2018 / 11:35 H.

La lluvia se ha llevado los restos del verano que, hasta hace pocos días, seguían manteniéndonos en manga corta. Las hojas de los árboles lucen sus mejores galas antes de caer abatidas por el viento; las tonalidades verdes se transforman en amarillas, marrones, rojas. Huele a tierra mojada y nos acordamos de nuestros muertos. Llega la época de acudir a los cementerios, de limpiar, de adecentar los recuerdos. Es la hora del recogimiento, de iniciar proyectos y ponernos metas; me atrevería a decir que más, incluso, que en Año Nuevo. La melancolía se desliza por nuestras vidas. Es una lluvia fina e insistente que va calando nuestro ánimo. Los atardeceres se tiñen de colores cálidos, como si quisieran calentar nuestra alma aterida. Hay otro otoño, el de nuestra vida, no siempre cumplimos primaveras. Debemos asumir que nuestro cuerpo envejece, que la salud se deteriora; nos avisa de que se acerca un invierno cruel. ¡Qué terrible es ser viejo en nuestros días! Saboreemos las mieles del otoño, los colores suaves, la experiencia adquirida. Nada nos hará regresar al pasado de la alocada juventud, pero aún podemos disfrutar intensamente de la vida.