Así fue

    29 mar 2020 / 14:12 H.
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    Amanecía el lunes. Calles medio desiertas. Parecía el comienzo de un domingo. Tranquilidad. Venía la tarde. Todo seguía lo mismo. Llegaba el martes, también el miércoles, y así hasta el domingo, pero todos los días parecían domingo. Era una semana en estado de alarma nacional por culpa de un ser invisible, minúsculo pero poderoso, que en masa nos invadió la vida y nos confinó en nuestros hogares. Hogares. Los españoles nos hicimos demasiado al deshogar, permítame la expresión mi querido amigo lector, perdiendo muchos de nosotros la atención de nuestra vida interior. Ante hechos tan serios como los que estábamos viviendo, se me antojaba pensar que ese Dios del que ya casi nadie se acordaba, estaba harto de nosotros por tanta mentira, tanta injusticia y tanto egoísmo de los hombres. Se me antojaba que nos quería meter en reflexión hacia él, al menos ante el miedo a morir. Ya no salíamos a cenar, tampoco al cine o a la casa de un amigo. Solo nos quedaba el hogar, nuestra familia y rogar a Dios que no nos tocase a nosotros. Y muchos se volvieron a Dios, porque hablar con él les consolaba. Alguien dijo a alguien una vez, que si ya no creía en Dios, que se lo dijese muchas veces a Dios.

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