Hoy, 13
de mayo

Tenía pensado escribir hoy sobre algunos de los muchos daños colaterales que esta pandemia está causando, pero no me apetece tratar el tema del que todos escriben y opinan. Y siendo 13 de mayo, me he retrotraído a esa época en la que en mi colegio cantábamos aquello de “el 13 de mayo la Virgen María...” y seguía con “Ave, Ave, Ave María...”. Visto con la perspectiva que da el tiempo, pienso en lo felices que éramos la mayoría de los niños de esa época, incluso cantando canciones cuyo contenido y mensaje no analizábamos ni éramos muy conscientes del mismo. Éramos inocentes. Nos divertíamos fabricando máquinas flipper, con pinzas de la ropa, gomas y platetes. Echábamos partidos de fútbol con una piña. Nos deteníamos en el kiosco de Nati para ver a escondidas lo poco que enseñaban las revistas de destape de aquellos años. Meterse el paquete de tabaco en el calcetín era subir un peldaño más hacia la juventud, esa juventud que voló y que desembocó en otra etapa de nuestras vidas que puede resultar maravillosa, pero en la que ya no tienen hueco tantas y tantas cosas que marcaron sin trauma alguno, una infancia vivida en unos tiempos muy diferentes a los actuales, pero que no cambiaría por ninguna de las infancias de los niños de hoy.