¡Hola! Soy la “Consti”

    07 dic 2024 / 09:15 H.
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    Hola, amigas y amigos españoles. Sí, soy la Constitución. Algo me dice que no corren muy buenos vientos para mí. Oigo, escucho, siento a mi alrededor comentarios que me duelen y me apenan. Y eso que soy, entre todas mis hermanas —somos una familia numerosa— la que más consenso tuvo en su nacimiento. Pero los tiempos van cambiando y diría que mis artículos sirven, a veces, para una cosa y su contraria. Esto pudiera tener algún aspecto positivo si se usara bien, pero ¿es así?

    La duda me asalta cuando recuerdo cómo les fue a “mis hermanas” como os decía. La primera, en 1812, dio paso a un “quítate tú que me pongo yo” con los conservadores y los progresistas sin ponerse de acuerdo. Esos enfrentamientos han ido haciendo que las Constituciones que me han precedido no hayan durado demasiado. Si la memoria no me falla las que más resistieron fueron las de los conservadores. La de 1876 llegó a 47 años y “La Pepa” duró, a trompicones, cerca de 20. Le cabe a mi antecesora el mérito de ser la primera en España y la tercera en todo el mundo. Solo le anteceden la de los Estados Unidos en 1787 y la de Francia tras la Revolución en 1789. Seguro que por la poca costumbre tuvieron que echar toda la carne en el asador y les salieron casi 400 artículos, toda una “pasada” como diríais ahora. Fijaros que hubo algunas como la de 1837 que solo tenía 79, pero, claro, mi hermanita Pepa os dejó metidos en el liberalismo democrático y hablaba ya entonces de soberanía nacional, separación de poderes, libertad de pensamiento e imprenta y hasta sufragio universal, pero masculino.

    Al poquito de estas buenas intenciones llegó aquello del “Vivan las cadenas” con el absolutismo de Fernando VII y esas cosas que siempre me han dejado perpleja. En fin.

    Después, con María Cristina como regente, llega un texto progresista en 1837. Aquí se daba pie a una segunda cámara que luego sería el Senado. Pero la agitación en las calles y la inestabilidad no permitieron demasiado respiro constitucional y en 1845 llega otra de mis hermanas. Entrabais en la “Década Moderada” y la soberanía de la nación pasaba a ser compartida por las Cortes y el rey. Entre enfrentamientos varios llegó la “Gloriosa” en forma de sublevación militar. Acabasteis con Isabel II y entró el Sexenio democrático hasta 1874 y, claro, con otra Consti, mi hermanita de 1869, ya declaradamente liberal y con derechos de reunión, asociación, libertad religiosa y de enseñanza.

    Tras el derrocamiento de la reina, tocaba la “Restauración” y así en 1876 aprobasteis el texto que había escrito Cánovas. Reinaba Alfonso XII y decidieron la alternancia de los liberales y los conservadores. Esta constitución llegó hasta el golpe de Primo de Rivera en 1923. El esfuerzo no sirvió para mucho y en 1931 llegó la II República. Aquí ya pudieron votar las mujeres y se aprobó una cierta autonomía regional además de suprimir la religión oficial del Estado y prohibir a las órdenes religiosas ejercer la enseñanza.

    La historia siguió y, como sabéis, llegué el 6 de diciembre de 1978, es decir, hace hoy 46 años. Me votasteis mayoritariamente. Nací con un gran consenso entre todas las fuerzas políticas tras los años de la dictadura franquista. Traje el Estado autonómico, la soberanía del pueblo, el pluralismo político y la monarquía parlamentaria. Y conmigo habéis resistido bastante. Cosas de ponerse de acuerdo en lo fundamental. Sin embargo, como os contaba al principio, parece que hay cierta discordia en cuanto a mi aplicación. Lo que para unos es claramente anticonstitucional, para los otros sí que queda amparado bajo mi articulado. Me duele particularmente que el juego del sí y el no se base en las necesidades del político de turno y no en el bien general que siempre he creído que era mi fin.

    Y ahí me encuentro, en tierra de nadie y con el agobio de saber que quizá me enviéis al retiro como a mis antecesoras. Solo pido que os guiéis por la sensatez y no por inquinas de unos frente a otros. Que el consenso os marque, de nuevo, el camino.

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